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Una protuberancia o una inflamación de los ganglios, en especial en zonas como
la cabeza y el cuello, la axila o la ingle, es una de las señales que pueden indicar la aparición de un linfoma, un tipo de tumor maligno del tejido linfático.
La función de este tejido es transportar la linfa, un líquido que viaja por los vasos linfáticos y que es clave como intermediario en el intercambio nutritivo entre la sangre y todos los tejidos del cuerpo humano, y además por su rol en el sistema inmunitario para combatir los gérmenes que ingresan al organismo.
Este sistema está integrado por los ganglios y por el bazo, el timo y la médula ósea. Cualquier transformación tumoral de una célula en el tejido linfático es lo que produce el linfoma, explica el doctor Arturo Valera, hematólogo especialista en enfermedades de la sangre y el sistema linfático de la Clínica Medellín.
La causa del linfoma no es conocida, precisa el especialista, pero se sabe que de fondo hay unas mutaciones en las células del tejido linfático que hacen que la célula mute, se dañe y pierda la capacidad de tener una muerte programada, y se comporte como un tumor, generando el crecimiento de ese tejido de manera indiscriminada, extendido por todo el tejido linfático.
La función de este tejido es transportar la linfa, un líquido que viaja por los vasos linfáticos y que es clave como intermediario en el intercambio nutritivo entre la sangre y todos los tejidos del cuerpo humano, y además por su rol en el sistema inmunitario para combatir los gérmenes que ingresan al organismo.
Este sistema está integrado por los ganglios y por el bazo, el timo y la médula ósea. Cualquier transformación tumoral de una célula en el tejido linfático es lo que produce el linfoma, explica el doctor Arturo Valera, hematólogo especialista en enfermedades de la sangre y el sistema linfático de la Clínica Medellín.
La causa del linfoma no es conocida, precisa el especialista, pero se sabe que de fondo hay unas mutaciones en las células del tejido linfático que hacen que la célula mute, se dañe y pierda la capacidad de tener una muerte programada, y se comporte como un tumor, generando el crecimiento de ese tejido de manera indiscriminada, extendido por todo el tejido linfático.
Los síntomas
La señal más llamativa de un linfoma es el crecimiento o la inflamación de los ganglios, expresa Valera. Esto puede ocurrir en el cuello, arriba de las clavículas, a nivel de las axilas o la ingle, o en el centro del tórax.
Esa inflamación produce la aparición de masas, generalmente circulares, que no son dolorosas pero que van creciendo de forma progresiva. En algunos casos se forman como protuberancias, que dependiendo de su grado de inflamación pueden ser observadas o tratables según su localización. En otras ocasiones no son palpables por encontrarse en cavidades interiores como el tórax o el abdomen.
Otro síntoma es la pérdida significativa de peso, más del 10 % del peso usual en un periodo de seis meses o menos. Además, la sudoración excesiva con predominancia vespertina o nocturna, la fiebre persistente sin causa clara. En algunos pacientes ocasionará picazón o rasquiña y fatiga, debilidad y cansancio.
Esa inflamación produce la aparición de masas, generalmente circulares, que no son dolorosas pero que van creciendo de forma progresiva. En algunos casos se forman como protuberancias, que dependiendo de su grado de inflamación pueden ser observadas o tratables según su localización. En otras ocasiones no son palpables por encontrarse en cavidades interiores como el tórax o el abdomen.
Otro síntoma es la pérdida significativa de peso, más del 10 % del peso usual en un periodo de seis meses o menos. Además, la sudoración excesiva con predominancia vespertina o nocturna, la fiebre persistente sin causa clara. En algunos pacientes ocasionará picazón o rasquiña y fatiga, debilidad y cansancio.
La detección
La primera manera en que el linfoma puede detectarse es mediante los síntomas descritos, que deben ser asumidos como una alarma para consultar de inmediato con el médico de familia o un especialista, sugiere Valera.
Una vez en la consulta se requerirán imágenes que indicarán el grado de compromiso de la masa, su tamaño y localización y el grado de extensión, con tomografías o tomografías por emisión de positrones -una técnica no invasiva que revela la función de los tejidos-. El diagnóstico definitivo lo entregará una biopsia en uno de los ganglios crecidos -una adenopatía-.
El paso siguiente consiste en resecar por completo el ganglio, para que sea estudiado por un patólogo y mediante un estudio de coloraciones histológicas e inmunohistoquímicas, con el uso de marcadores especiales, se confirme el diagnóstico y el tipo de linfoma.
Una vez en la consulta se requerirán imágenes que indicarán el grado de compromiso de la masa, su tamaño y localización y el grado de extensión, con tomografías o tomografías por emisión de positrones -una técnica no invasiva que revela la función de los tejidos-. El diagnóstico definitivo lo entregará una biopsia en uno de los ganglios crecidos -una adenopatía-.
El paso siguiente consiste en resecar por completo el ganglio, para que sea estudiado por un patólogo y mediante un estudio de coloraciones histológicas e inmunohistoquímicas, con el uso de marcadores especiales, se confirme el diagnóstico y el tipo de linfoma.
La clasificación
Los linfomas se dividen en dos grandes grupos: la enfermedad de Hodgkin y los no Hodgkin.
El primer tipo no es muy común. Su causa es desconocida, y los síntomas son similares a los ya descritos.
En el caso de los linfomas no Hodgkin, existen a su vez más de 60 subtipos de este tipo de cáncer. Además de los síntomas reseñados, este puede manifestarse con Tos, dificultad para respirar o dolor torácico; dolor, inflamación o sensación de hinchazón abdominal.
El primer tipo no es muy común. Su causa es desconocida, y los síntomas son similares a los ya descritos.
En el caso de los linfomas no Hodgkin, existen a su vez más de 60 subtipos de este tipo de cáncer. Además de los síntomas reseñados, este puede manifestarse con Tos, dificultad para respirar o dolor torácico; dolor, inflamación o sensación de hinchazón abdominal.
El tratamiento
Este dependerá de factores como la edad, la extensión de la enfermedad, su localización y el subtipo. Por eso el tratamiento es individual, y no hay uno único para todos los pacientes.
En algunos casos solo será necesaria la radioterapia si la enfermedad está localizada y el tipo de linfoma lo permite; en otros habrá que acudir a la quimioterapia o la inmunoterapia, o la combinación de radio y quimio. Cuando el linfoma es indolente o de bajo grado, podría simplemente hacerse una observación y solo si cumple algunos criterios tendrá un tratamiento.
En algunos casos solo será necesaria la radioterapia si la enfermedad está localizada y el tipo de linfoma lo permite; en otros habrá que acudir a la quimioterapia o la inmunoterapia, o la combinación de radio y quimio. Cuando el linfoma es indolente o de bajo grado, podría simplemente hacerse una observación y solo si cumple algunos criterios tendrá un tratamiento.
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