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Hay una larga historia entre las personas de pensar en el cuerpo y la mente como dos cosas separadas, como "la cabeza y el corazón". Pero la ciencia continúa encontrando niveles cada vez mayores de conexión entre la salud física y mental, incluida la relación entre la salud mental y la salud de nuestro corazón.


La doctora Claudia Marín, psiquiatra de la Clínica Medellín, nos explica que desde hace décadas se ha demostrado con investigaciones que factores psicológicos, rasgos de personalidad disfuncionales y los trastornos de salud mental, afectan de forma negativa la salud cardiovascular.

“La reacción biológica del cuerpo al estrés, la ansiedad y otros tipos de problemas de salud mental pueden manifestarse físicamente y aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares”, puntualiza la doctora Marín.

Igualmente explica que el estrés, cuando deja de ser una respuesta normal y fisiológica de defensa y adaptación, puede llegar a convertirse en una condición patológica. Esto ocurre cuando se pierde la regulación normal por parte del sistema nervioso ante factores estresores agudos intensos o crónicos, o cuando se carece de los recursos emocionales para el manejo del estrés.

Efectos del estrés, la ansiedad y la depresión en el corazón

La psiquiatra de la Clínica Medellín enfatiza que en el estrés agudo intenso y en el estrés crónico se genera alteración de sustancias a nivel cerebral que desencadena un fenómeno inflamatorio; “la liberación de cortisol y adrenalina repercute en la salud cardiovascular, como generar una vasoconstricción que altera las arterias coronarias y eso puede desencadenar un infarto. También conducen a alteraciones físicas como la acumulación de sustancias nocivas en la pared de los vasos sanguíneos, disminución de la capacidad de impedir la formación de trombos o destruirlos y también aumenta la respuesta a nivel de conducción en el corazón con aumento del riesgo de arritmias e inclusive muerte súbita”.

Explica además nuestra invitada que se ha encontrado que hasta 60% de paciente con enfermedad coronaria ante situaciones de estrés emocional, pueden presentar defectos en la movilidad cardíaca, aparición de arritmias y miocardiopatías.

Las alteraciones en la salud mental inciden en el incremento del riesgo cardiovascular

Según destaca la doctora Marín, cuando se ha evaluado el riesgo de enfermedad cardiovascular asociado a depresión, se ha encontrado que es muy similar al producido por la obesidad, el colesterol elevado o el tabaquismo y puede incrementar en un 15% las muertes en personas con enfermedad cardiovascular.

“La exposición a un agente estresor bien sea físico o psicosocial, activa reacciones neuroendocrinas y hace que se liberen hormonas, que pueden conducir al aumento de la glucosa, la frecuencia cardíaca y otros cambios en el cuerpo que repercuten en la fisiología normal”, pondera la psiquiatra de Clínica Medellín.

Del mismo modo subraya que se ha encontrado que hasta 60% de paciente con enfermedad coronaria ante situaciones de estrés emocional pueden presentar defectos en la movilidad cardíaca, aparición de arritmias y miocardiopatías.

Efectos de la dieta, el sedentarismo y los trastornos del sueño en la salud mental y cardíaca

La doctora Marín es enfática al afirmar que, estudios en nutrición y salud mental muestran que las personas que no tienen una dieta saludable son más propensas a tener síntomas de depresión u otros problemas de salud mental.

“Una adecuada alimentación puede ser de gran ayuda para mejorar la composición de la microbiota intestinal y, por tanto, también para mejorar nuestro estado de ánimo. El adecuado aporte de los siguientes micronutrientes ha demostrado tener un efecto en la mejora del estado de ánimo: Ácido fólico, frutas y verduras de distintos tipos, que se caracterizan por su contenido en vitaminas, antioxidantes y fibra. Limitar consumo de azúcares refinados (bebidas, pastelería) y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol (frituras, mantequilla, snacks)”.

Igualmente, la doctora Marín revela que el estrés está dentro de las primeras causas de alteraciones en el sueño, que afectan los niveles de diferentes hormonas que interactúan en el metabolismo, la regulación del apetito y la respuesta el estrés.

Entre tanto, nuestra invitada pondera que el ejercicio regular influye positivamente en nuestro cuerpo, generando la liberación de endorfinas, sustancia natural producida por el cerebro durante y después de la realización de alguna actividad física.

“El aumento de esta sustancia ayuda a relajarse, reduce el estrés, la ansiedad y mejora el estado de ánimo, siendo así el ejercicio un factor protector tanto a nivel de salud mental como cardiovascular ampliamente recomendado por la sociedad científica mundial”, expone.

Medidas que se pueden tomar para proteger la salud cardiovascular

Nuestra experta invitada manifiesta además que la implementación de intervenciones basadas en la atención plena, como la meditación o la terapia cognitivo-conductual, puede ayudar a disminuir la ansiedad, el estrés percibido y la depresión y puede tener un impacto positivo en las enfermedades y el riesgo cardiovasculares.

Asimismo, exalta que la salud psicológica positiva también se asocia con comportamientos beneficiosos para la salud, como el abandono del tabaquismo, el aumento de la actividad física, una alimentación saludable para el corazón, el aumento del cumplimiento de pautas farmacoterapéuticas, la asistencia a las revisiones y la realización de los exámenes médicos regulares.

Por último, la doctora Claudia Marín hace una invitación a mantener algunas pautas dentro de nuestra vida cotidiana, que seguro ayudarán en nuestra salud mental y, por ende, en la de nuestro corazón.
• Practicar la meditación de forma periódica, estar en espacios silenciosos y practicar la respiración consciente.
• Dormir lo suficiente para lograr un sueño reparador.
• Establecer vínculos y estar en contacto con personas que le representen apoyo y bienestar.
• Practicar el movimiento consciente con ejercicios como Yoga.
• Actividad física regular: se recomiendan 150 minutos de actividad moderada, 75 minutos de actividad vigorosa o una combinación de ambas a la semana
• Limitar consumo de azúcares refinados (bebidas, pastelería) y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol (frituras, mantequilla, snacks).


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