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El cáncer de mama se relaciona con distintos aspectos en la esfera mental, que requieren de una adaptación teniendo en cuenta que la persona ha debido pasar por un proceso de tratamiento en una patología que es potencialmente mortal, para el que nadie está preparado, así esté lo suficientemente informado.

En ese estado hay que contar con las implicaciones que existen desde lo estético, cuando se puede presentar la mutilación de la glándula mamaria, y lo que ello representa en el imaginario corporal de las mujeres, además de que se deben tratamientos invasivos como quimioterapias y radioterapias, mastectomías radicales, reconstrucción mamaria, que conllevarán a hospitalización, posibles infecciones, defensas bajas, menopausia precoz, entre otros impactos.

Todos los anteriores cambios físicos tienen consecuencias en la sexualidad de la paciente, señala la médica psiquiatra de la Clínica Medellín, Claudia Patricia Marín, pues habrá una alteración en la libido y a cambios hormonales, que tendrán repercusión en su autoestima e imagen.

“La representación fisiológica que para una mujer tienen sus senos, en su sexualidad genital, compromete su estado de ánimo. Someterse a un tratamiento de cáncer puede generar una depresión aún más severa que otras depresiones, por los compromisos físicos, sistémicos y la inminencia de la muerte”, comenta la doctora Marín.

Con este panorama, la paciente deberá recibir una atención integral, en el que no solo estará ella sino también su pareja, pues habrá factores que incidirán en la relación y la sexualidad en general.

“Hay mujeres cuyas parejas no se atreven a tocarlas o a buscarlas porque piensan que de pronto se sienten mal, ya que están mal físicamente o que les va a doler. Y a la paciente eso podrá hacerla pensar que la otra persona se distanció o la está rechazando. Si eso no se aborda a tiempo, se prestará para falsas interpretaciones o para sacar conclusiones sin saber que piensa el otro”, señala la médica psiquiatra.


“Compañía en el proceso y no en el resultado”

La doctora Marín afirma que el acompañamiento de la pareja es clave durante todo el proceso de tratamiento, y no solo para que esté presente al final, cuando este finalice.

Esta será una señal de que quien está a su lado se interesa por los cambios, y sabrá qué es oportuno decirle y qué no.

Hay ocasiones en que ese acompañamiento se deja a un lado por la presencia de los parientes o de los hijos, y cuando el tratamiento concluye intentan retomar la relación como si no hubiese pasado nada.


¿Qué decir y qué no?

Una de las recomendaciones de la médica es evitar transmitir sentimientos de lástima o de que no importa si tienen relaciones sexuales o no.

Al contrario, hay que reafirmar el interés y el deseo de hacer lo que esté a su alcance para recuperar esa vitalidad en la relación, y de que el sexo sí es algo que importa.

“Decir que no importa es no darle la relevancia que ese aspecto tiene. Hay que explorar en pareja los miedos, tanto de la paciente como de su pareja. Que haya un diálogo abierto sobre el tema, no evitarlo ni minimizarlo”, sostiene la doctora Marín.

Tampoco sirve ir al otro extremo, el de imponer los deseos ni focalizar las sensaciones en la genitalidad. Se vale explorar otras formas del placer, teniendo en cuenta los intereses de cada uno.

Estos aspectos se pueden ir trabajando de manera anticipada durante las fases de diagnóstico, tratamiento y seguimiento, a la par de las atenciones clínicas, como parte del manejo integral del proceso oncológico. Situaciones como depresión, ansiedad o aislamiento, se alcanzan a detectar durante el tratamiento.


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