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La hepatitis C es una infección vírica que causa inflamación del hígado, lo que a veces conduce a un daño hepático grave. El virus de la hepatitis C (VHC) se propaga a través de la sangre contaminada.


Hepatitis significa inflamación del hígado. El hígado es un órgano vital que procesa nutrientes, filtra la sangre y combate las infecciones. Cuando el hígado está inflamado o dañado, su función puede verse afectada.

Según explica la doctora Elizabeth Correa Gutiérrez, médica Internista y Hepatóloga de Clínica Medellín, el virus de la hepatitis C por lo general se transmite cuando una persona entra en contacto con sangre de una persona infectada. La mayoría de las personas que se infectan contraen una infección crónica o de por vida. Si no se trata, la hepatitis C crónica puede provocar problemas de salud graves, como enfermedad hepática, insuficiencia hepática, cáncer de hígado e incluso la muerte.

Síntomas

Muchas personas con hepatitis C no presentan síntomas y no saben que están infectadas. Si se presentan síntomas, pueden incluir:

•    Aparición de hemorragias con facilidad
•    Propensión a hematomas
•    Fatiga
•    Falta de apetito
•    Coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia)
•    Orina de color oscuro (coluria)
•    Picazón en la piel (prurito)
•    Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis)
•    Hinchazón en las piernas
•    Pérdida de peso
•    Confusión, somnolencia y dificultad en el habla (encefalopatía hepática)
•    Vasos sanguíneos en forma de araña (teleangiectasias)

Toda infección crónica de hepatitis C comienza con una fase aguda. La hepatitis C aguda generalmente no se diagnostica porque rara vez causa síntomas. Cuando los signos y síntomas están presentes, pueden incluir ictericia, junto con fatiga, náuseas, fiebre y dolores musculares. Los síntomas agudos aparecen de uno a tres meses después de la exposición al virus y duran de dos semanas a tres meses.

La infección por hepatitis C aguda no siempre se vuelve crónica. Algunas personas eliminan el VHC del cuerpo después de la fase aguda, un resultado conocido como eliminación viral espontánea. En los estudios de personas diagnosticadas con el VHC agudo, las tasas de eliminación viral espontánea han variado entre el 15 % y el 25 %. La hepatitis C aguda también responde bien a la terapia antiviral.

Tratamiento

La doctora Correa indica que la infección de hepatitis C crónica se trata con medicamentos antivirales destinados a eliminar el virus del cuerpo. El objetivo del tratamiento es que no se detecte ningún virus de la hepatitis C al menos 12 semanas después de completar el tratamiento.

La tasa de efectividad de esos tratamientos para lograr curación de la infección es superior al 90% y en la gran mayoría de los casos casi del 99%.

Causas

La infección por hepatitis C es causada por el virus de la hepatitis C (VHC). La infección se propaga cuando la sangre contaminada con el virus entra en el torrente sanguíneo de una persona no infectada.

A nivel mundial, el VHC existe en varias formas distintas, conocidas como genotipos. Se han identificado siete genotipos distintos del VHC y más de 67 subtipos.

Complicaciones

La infección por el virus de la hepatitis C que continúa durante muchos años puede causar complicaciones importantes, tales como las siguientes:

•    Fibrosis del hígado (cirrosis). Después de décadas de infección por el virus de la hepatitis C, se puede presentar cirrosis. La cicatrización en el hígado dificulta el funcionamiento del hígado.
•    Cáncer de hígado. Un pequeño número de personas con infección por el virus de la hepatitis C puede desarrollar cáncer de hígado.
•    Insuficiencia hepática. La cirrosis avanzada puede hacer que el hígado deje de funcionar.

La hepatitis C puede prevenirse.

Si bien no existe ninguna vacuna para prevenir la hepatitis C, según nos detalla la doctora Elizabeth Correa Gutiérrez, médica Internista y Hepatóloga de Clínica Medellín, existen maneras de reducir el riesgo de infectarse:

•    Evitar compartir o reusar agujas, jeringas o cualquier otro equipo utilizado para preparar e inyectar drogas, esteroides, hormonas u otras sustancias.
•    No usar elementos personales que puedan haber estado en contacto con la sangre de una persona infectada, incluso en cantidades muy pequeñas como para verse, como monitores de glucosa, máquinas de afeitar, cortaúñas o cepillos de dientes.
•    No hacerse tatuajes o piercings corporales en instalaciones sin licencia o en un entorno informal.

El mejor remedio siempre será evitar el contagio, por eso la importancia de la prevención y el autocuidado.


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