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La cirrosis es la formación de tejido fibroso en el hígado, que se acumula hasta formar nódulos y desarrollar daño en la arquitectura del tejido hepático la cual se denomina, cirrosis.


La cirrosis por lo general se presenta en pacientes con una enfermedad del hígado crónica o prolongada. Se caracteriza porque el hígado presenta un cúmulo de cicatrices, producto de las lesiones que van causando la enfermedad y que impiden que el órgano pueda desarrollar sus funciones de forma óptima, como sí lo haría cuando el tejido hepático está completamente sano.

Al producirse algún tipo de lesión en el hígado de una persona, ya sea por factores externos (por ejemplo: el consumo excesivo de alcohol) o internos (como una enfermedad), el propio órgano intentará autorrepararse, generando durante este proceso una cicatrización. Mientras se prolongue la noxa o causa que esté generando el daño hepático durante más tiempo, mayor riego tienen las personas de desarrollar cirrosis.

La doctora Elizabeth Correa Gutiérrez, médica Internista y Hepatóloga de Clínica Medellín, nos explica que, por lo general, el daño hepático causado por la cirrosis no se puede revertir. Sin embargo, con un diagnóstico temprano de la cirrosis hepática y si se trata la causa subyacente, es posible limitar el daño adicional.

Síntomas

Según detalla la doctora Correa, se debe tener en cuenta que la cirrosis hepática en forma general no manifiesta ningún tipo de sintomatología en el paciente, hasta que los daños producidos en el tejido hepático son considerables y crónicos.

Los síntomas más frecuentes pueden ser:

•    Cansancio
•    Sangrado y formación de hematomas con facilidad
•    Pérdida del apetito
•    Náuseas
•    Hinchazón en las piernas, los pies o los tobillos, llamada edema
•    Pérdida de peso
•    Picazón en la piel (purito)
•    Decoloración amarilla de la piel y los ojos, denominada ictericia
•    Acumulación de líquidos en el abdomen, llamada ascitis
•    Vasos sanguíneos en forma de araña en la piel (telangiectasias)
•    Enrojecimiento de las palmas de las manos (Eritema palmar)
•    Uñas pálidas, especialmente en el pulgar y el dedo índice
•    Dedos en palillo de tambor, que es cuando las puntas de los dedos se ensanchan y se vuelven más redondas de lo normal
•    En las mujeres, ausencia de menstruación no relacionada con la menopausia
•    En los hombres, pérdida del deseo sexual, encogimiento de los testículos o agrandamiento de los pechos, llamado ginecomastia
•    Confusión, somnolencia o habla arrastrada

Prevención

Para que no se produzca la cirrosis se deben evitar sus causas más comunes como el consumo excesivo de alcohol. En el caso de padecer una enfermedad hepática crónica, hay que acudir periódicamente al médico para comprobar si se trata de una enfermedad tratable e impedir así que se convierta en una cirrosis.

Tipos

Dependiendo de la causa, se pueden distinguir entre:

Cirrosis alcohólica: provocada por un consumo excesivo de alcohol, daña al hígado de forma general.
Hepatopatía grasa no alcohólica: la acumulación de grasas en las células del hígado crea una fibrosis.
Cirrosis vinculada a la hepatitis: la hepatitis B o C de un paciente acaba generando fibrosis en el hígado.
Cirrosis criptogénica: se desconoce qué causa la fibrosis.
Cirrosis biliar primaria:  un fallo del sistema inmunológico hace que este ataque a las células que revisten las vías biliares del hígado.
Colangitis esclerosante primaria: daño de las vías biliares de origen inmunológico que genera zonas de estrechez (estenosis) y dilatación.
Cirrosis biliar secundaria: surge como consecuencia de la obstrucción de las vías biliares.

Tratamientos

No existe un tratamiento que sea capaz de eliminar por completo la cirrosis, pero se suelen llevar a cabo intervenciones para aliviar los diversos síntomas:

Cambios en el estilo de vida: evitar el alcohol en casos de alcoholismo o tratar de perder peso puede ayudar a que los síntomas no se agraven. También se recomienda una dieta nutritiva baja en sodio.

Medicamentos: pueden retrasar el avance de algunos tipos de cirrosis o ayudar a aliviar síntomas como el dolor o el cansancio.

Disminuir la presión sanguínea: esto se consigue mediante endoprótesis vasculares (unas pequeñas prótesis cilíndricas que se colocan en las paredes arteriales), y puede ayudar a aliviar problemas de retención de líquidos o sangrado venoso en el estómago y el esófago.

Mejorar el flujo de bilis: mediante un endoscopio se estiran las vías biliares para extraer los cálculos biliares que obstruyan el paso de la bilis.

Trasplante de hígado: en los estados más avanzados de la enfermedad se puede plantear la sustitución del hígado.


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