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Esta enfermedad hace parte de las patologías trombóticas venosas, cuyo diagnóstico no siempre es fácil y puede confundirse con otras enfermedades cardiovasculares, por tener síntomas compartidos.


El tromboembolismo pulmonar se produce cuando un trombo o un coágulo usualmente proveniente de las grandes venas de los miembros inferiores, se aloja en las arterias pulmonares (que salen del corazón y se dirigen a los pulmones) obstruyendo de manera aguda la circulación en esa zona y afectando de manera directa el funcionamiento del corazón.

Esta enfermedad, señala el doctor Mauricio Atehortúa Trujillo, cirujano cardiovascular del grupo de cirugía cardiaca de la Clínica Medellín, es parte del conjunto de patologías tromboembólicas venosas y su aparición es más “frecuente” de lo que se piensa, pues su diagnóstico no es claro en algunas ocasiones y puede cursar con síntomas inespecíficos que pueden estar presentes en otras enfermedades cardiovasculares como los infartos cardíacos o los síndromes aórticos agudos.

“Se debería sospechar la presencia de tromboembolismo en pacientes que tengan dificultad respiratoria súbita, dolor torácico o desmayos”, dice el doctor Atehortúa sobre esta enfermedad, porque las consecuencias de no diagnosticarlo y tratarlo oportunamente pueden ser “fatales”.

“Al hacerlo en pacientes inestables, es decir quienes hacen paro cardiaco, se desmayan, requieren reanimación o tienen la presión baja, es que permite hacer tratamiento con oportunidad y disminuye los riesgos de mortalidad”, precisa el cirujano cardiovascular.

Los síntomas

El doctor Atehortúa aclara que el tromboembolismo pulmonar agudo no presenta síntomas específicos que indiquen su aparición, pero hay algunos factores de riesgo, que pueden favorecer su aparición.

Algunos factores de riesgo importantes incluyen: hospitalizaciones por problemas cardiacos hasta tres meses antes del evento; cirugías mayores como los reemplazos de caderas o rodillas que indiquen reposo; presencia de enfermedades de coagulación o cáncer. “En todos los casos, y otros similares, hay riesgo de enfermedades por presencia de trombos en arterias pulmonares”, indica.


¿Es la cirugía el único tratamiento disponible?

La mayoría de los pacientes con tromboembolismo pulmonar agudo no requieren cirugía o tratamientos invasivos, advierte el doctor Atehortúa, ya que es posible darle manejo a la enfermedad mediante el uso de anticoagulantes o medicamentos que disuelven los trombos.

Se opta por la cirugía en aquellos pacientes inestables que presentan una enfermedad severa que los mantiene en una condición crítica, como un paro cardiaco, presencia de presión arterial baja que requiera del uso de medicamentos para mejorarla y en los que los medicamentos anticoagulantes o la disolución de trombos no han funcionado.

“Hay dos alternativas para ellos, ambas de alto riesgo: una es la cirugía de corazón abierto, en la que se abre el pecho, se ubican las arterias que van a los pulmones y se retiran los trombos. En ella el paciente es conectado a máquinas que realizan el trabajo del corazón y los pulmones mientras estos son intervenidos”, anuncia el médico.

La otra opción es un tratamiento percutáneo, es decir a través del uso de catéteres que van hasta las arterias obstruidas para tratar de desbloquearlas.


La recuperación

La mayoría de los pacientes, si la intervención resulta exitosa, se recuperan en poco tiempo. Quienes pasan por el quirófano, requieren un posoperatorio en Unidad de Cuidados Intensivos y el uso de medicamentos para evitar la aparición de nuevos trombos en las arterias de los pulmones.
En todo caso, la recuperación dependerá del estado de cada paciente y de las condiciones que favorezcan la reaparición de trombos. Para ello se deben hacer estudios más adicionales para definir si hay que acudir a otros tratamientos complementarios.


Avances tecnológicos

El cirujano Mauricio Atehortúa cuenta que en las intervenciones de tromboembolismo pulmonar agudo se está haciendo uso de avances tecnológicos que permiten hacer este procedimiento de manera más segura.

En la actualidad los especialistas cuentan con asistencias ventriculares o circulación extracorpórea, conocida como ECMO, un método de asistencia circulatoria y de oxigenación a la persona que mantendrá las condiciones vitales del paciente mientras se efectúa la cirugía.



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