Nuevo Noticia
El dolor en la zona del cuerpo entre el abdomen y las piernas puede ser una señal que indique la presencia de esta afección. Aprenda a identificarlo de forma temprana para diagnosticar a tiempo y evitar complicaciones.
A ese dolor en la zona inguinal no se le puede dejar tomar ventaja, pues puede generar un defecto herniario o un orificio por el que se pueden introducir los intestinos y provocar una urgencia mayor que requiere de una intervención quirúrgica de forma inmediata.
A esta complicación se le conoce como una hernia estrangulada, en la cual el intestino, por la falta de circulación sanguínea, se rompe y se ocasiona una peritonitis.
El principal origen de esta afección es el congénito, cuando en la gestación ocurre una malformación en el conducto peritoneo-vaginal que no se cierra, dejando un defecto grande en ese órgano.
Otros origenes comunes son los sobreesfuerzos por levantar cargas de peso exageradas o practicar actividades físicas o estiramientos sin una adecuada orientación, y las cicatrices de cirugías previas como cesáreas y prostatectomías o extracción de la próstata.
Uno adicional, no muy frecuente, son los defectos del colágeno (presente en los tejidos conectivos del organismo) como el síndrome de Ehlers-Danlos, que provoca laxitud en las articulaciones y genera una hernia aún sin tener que hacer un esfuerzo mayor.
La cirugía, el remedio final
El cirujano Juan David Martínez asegura que inevitablemente la hernia inguinal conduce al quirófano, independientemente de la etapa en la que sea descubierta. Mientras más temprano, mejor, pues evitará una peritonitis como complicación más grave.
La cirugía es ambulatoria y se efectúa bajo dos técnicas: una abierta, convencional, que ha sido la más común en los años recientes, y otra más moderna, mínimamente invasiva, hecha con técnicas laparoscópicas, entrando por la cavidad abdominal, o extraperitonales, que no requieren de este paso.
El cuidado posoperatorio es clave pues de no darse con un manejo adecuado puede volver a repetirse una hernia.
Por eso el mensaje final para los pacientes es clave: “consulte a tiempo, así se evitan procedimientos y complicaciones mayores”.
La hernia inguinal es una afección que se presenta al aumentar de forma desproporcionada la presión sobre esta zona del cuerpo, ubicada entre el abdomen y las piernas. El doctor Juan David Martínez, cirujano laparoscopista avanzado de la Clínica Medellín, afirma que esta dolencia es tan antigua y surgió desde cuando el ser humano, en su evolución, comenzó a caminar sobre sus dos piernas.
Este es el segundo tipo de hernia más frecuente de diagnóstico después de la umbilical, y para mayor detalle en la descripción, el doctor Martínez señala que se origina justo en el pliegue que se forma entre la pierna y el abdomen.
Allí, dice, está ubicado un ducto cilíndrico que funciona como una bisagra, el cual permite que se doblen el abdomen y las piernas al moverlas o estirarlas. Por este se canalizan las venas y arterias que viajan hasta los testículos y también el conducto deferente que transporta los espermatozoides, en el caso de los hombres. En las mujeres, por este conducto pasa el ligamento redondo, que ayuda a sostener el útero.
“Cuando se produce una hernia inguinal hay un debilitamiento de esos tejidos que en ocasiones conlleva a un rompimiento de sus fibras, causando mucho dolor”, expresa el especialista.
En otros casos esta situación origina la formación de una masa en la región inguinal que puede ir creciendo con la actividad física, pero se disminuye con el reposo, sin embargo, llega a aumentar tanto de tamaño que no desaparece y provoca dolores punzantes de forma constante por más de cuatro horas y no desaparecen, similares a un cólico, que se irradian a zonas del cuerpo cercanas como las piernas o el abdomen.
Esta masa se puede identificar fácilmente mediante una palpación o con la llamada maniobra de valsalva, que consiste en respirar profundo, taparse la nariz manteniendo la boca cerrada y exhalar con fuerza por diez a quince segundos.
Las complicaciones
Este es el segundo tipo de hernia más frecuente de diagnóstico después de la umbilical, y para mayor detalle en la descripción, el doctor Martínez señala que se origina justo en el pliegue que se forma entre la pierna y el abdomen.
Allí, dice, está ubicado un ducto cilíndrico que funciona como una bisagra, el cual permite que se doblen el abdomen y las piernas al moverlas o estirarlas. Por este se canalizan las venas y arterias que viajan hasta los testículos y también el conducto deferente que transporta los espermatozoides, en el caso de los hombres. En las mujeres, por este conducto pasa el ligamento redondo, que ayuda a sostener el útero.
“Cuando se produce una hernia inguinal hay un debilitamiento de esos tejidos que en ocasiones conlleva a un rompimiento de sus fibras, causando mucho dolor”, expresa el especialista.
En otros casos esta situación origina la formación de una masa en la región inguinal que puede ir creciendo con la actividad física, pero se disminuye con el reposo, sin embargo, llega a aumentar tanto de tamaño que no desaparece y provoca dolores punzantes de forma constante por más de cuatro horas y no desaparecen, similares a un cólico, que se irradian a zonas del cuerpo cercanas como las piernas o el abdomen.
Esta masa se puede identificar fácilmente mediante una palpación o con la llamada maniobra de valsalva, que consiste en respirar profundo, taparse la nariz manteniendo la boca cerrada y exhalar con fuerza por diez a quince segundos.
Las complicaciones
A ese dolor en la zona inguinal no se le puede dejar tomar ventaja, pues puede generar un defecto herniario o un orificio por el que se pueden introducir los intestinos y provocar una urgencia mayor que requiere de una intervención quirúrgica de forma inmediata.
A esta complicación se le conoce como una hernia estrangulada, en la cual el intestino, por la falta de circulación sanguínea, se rompe y se ocasiona una peritonitis.
El principal origen de esta afección es el congénito, cuando en la gestación ocurre una malformación en el conducto peritoneo-vaginal que no se cierra, dejando un defecto grande en ese órgano.
Otros origenes comunes son los sobreesfuerzos por levantar cargas de peso exageradas o practicar actividades físicas o estiramientos sin una adecuada orientación, y las cicatrices de cirugías previas como cesáreas y prostatectomías o extracción de la próstata.
Uno adicional, no muy frecuente, son los defectos del colágeno (presente en los tejidos conectivos del organismo) como el síndrome de Ehlers-Danlos, que provoca laxitud en las articulaciones y genera una hernia aún sin tener que hacer un esfuerzo mayor.
La cirugía, el remedio final
El cirujano Juan David Martínez asegura que inevitablemente la hernia inguinal conduce al quirófano, independientemente de la etapa en la que sea descubierta. Mientras más temprano, mejor, pues evitará una peritonitis como complicación más grave.
La cirugía es ambulatoria y se efectúa bajo dos técnicas: una abierta, convencional, que ha sido la más común en los años recientes, y otra más moderna, mínimamente invasiva, hecha con técnicas laparoscópicas, entrando por la cavidad abdominal, o extraperitonales, que no requieren de este paso.
El cuidado posoperatorio es clave pues de no darse con un manejo adecuado puede volver a repetirse una hernia.
Por eso el mensaje final para los pacientes es clave: “consulte a tiempo, así se evitan procedimientos y complicaciones mayores”.
Artículos sugeridos
VozCuadro 1
VozCuadro 1
Ver más
Nuevo Mi documento
Nuevo Mi documento