Germán Londoño: 35 años de un servicio ejemplar en la Clínica Medellín

Cuando Germán Duvián Londoño Mesa llegó a la Clínica Medellín en 1987, la institución la conformaban poco más de trescientos colaboradores que ocupaban una planta de cinco pisos en una única sede, en el Centro de Medellín. Él tenía 18 años, estaba recién egresado del colegio y no conocía mucho de la capital, pues nació y vivió su infancia y su adolescencia en el municipio de Barbosa.

Arribó a la Clínica por recomendación de una contadora que era allegada a un amigo suyo. Ella le comentó que la institución necesitaba un mensajero. Su única experiencia laboral había sido como albañil, acompañando a su papá en diversas obras de construcción. Tampoco tenía claro qué quería estudiar luego de terminar el bachillerato.

En junio de 1987 comenzó su aventura en la Clínica y los primeros once años los dedicó a las labores como mensajero. Esa labor le dejó numerosas anécdotas, como las múltiples ocasiones en las que caminó las calles de la ciudad y se montó en buses con una mochila cargada con millones de pesos en efectivo.

En otra ocasión fue testigo de un atraco del que fue víctima la Clínica, en una fecha que no recuerda. Él estuvo entre los protagonistas del acto, pues como mensajero tenía contacto con la cajera, que le suministraba las facturas y las cuentas que debía tramitar ante los clientes, los proveedores y las entidades bancarias.

Durante algunos minutos estuvo en el mismo cubículo con el atracador principal, quien les insistía a él y a la cajera que no lo miraran. El vigilante de la entrada principal también estuvo cara a cara con el delincuente. Hubo un intercambio de disparos, pero por fortuna Germán y sus compañeros salieron ilesos de ese hecho.

“Fue una buena época, aunque nos daba mucho susto. Manejábamos mucho dinero en efectivo”, recuerda Germán.

El estudio, su mejor decisión
Mientras trabajaba como mensajero, Germán cursó una tecnología en Administración Comercial con énfasis en Comercio Exterior, lo cual le permitió pasar a otra área: al almacén. Allí se sostuvo durante nueve años.

Pero Germán no paró de estudiar. Quería seguir mejorando sus competencias y habilidades, por lo cual en ese periodo en el almacén hizo una técnica en Servicios Farmacéuticos. Así se dio su llegada al cargo que ocupa hoy: auxiliar de farmacia e insumos asistenciales.

Durante los 35 años que ha permanecido en la Clínica ha vivido la transformación que esta ha tenido desde lo institucional y desde el desarrollo de su infraestructura. Estuvo en la construcción de la Torre Fundadores, también de la sede El Poblado y el traslado a las instalaciones de la calle 30.

Y aunque dice que tal vez antes, cuando no eran tantos colaboradores, se sentía una mayor cercanía y familiaridad, ya que todos se conocía entre sí y compartían las mismas instalaciones, siempre ha sentido el mismo cariño y la calidez humana.

También valora el acompañamiento que ha recibido de todos los directivos, tanto los antiguos como los actuales, quienes han hecho de la Clínica una entidad grande, responsable y competitiva. Con ellos ha mantenido una relación de confianza, dada su participación como miembro de la Junta Directiva del sindicato.

Germán, además, conserva un tesoro que le ha brindado su paso por la institución: su familia, ya que en el trabajo coincidió con Maryori Elena Parra, su esposa, quien laboró hasta hace algunos años en el servicio de alimentación. Con ella tuvo dos hijas: Carolina y Valentina, de 25 y 23 años.

“Tengo gratitud con la vida, de haber estado por35 años y ser parte de la historia de la Clínica”, concluye Germán.