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La colelitiasis o litiasis biliar, comúnmente conocida como piedras en la vesícula, es una de las enfermedades vesiculares más frecuentes. Consiste en la presencia de uno o varios cálculos en la vesícula, un pequeño órgano situado debajo del hígado que almacena la bilis.


¿Qué contienen los cálculos llamados "piedras"? Estos cálculos son depósitos sólidos que se forman y acumulan dentro de la vesícula y que pueden ocasionar diversas complicaciones como una obstrucción del ducto biliar que impida la salida de la bilis, una infección o una colecistitis, que es la inflamación de la vesícula y se manifiesta con dolor y fiebre.

Estos depósitos pueden estar compuestos de colesterol, bilirrubina o sales biliares y pueden tener diferentes tamaños. Cuando un cálculo grande bloquea la vesícula biliar o alguno de los ductos biliares produce un cólico biliar.

Prevalencia de los cálculos biliares

Los cálculos biliares representan una de las principales enfermedades del aparato digestivo, con una prevalencia media-alta. Según afirma el doctor Jorge Martín Gil, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo del Hospital Quirónsalud San José (en España), "algunos estudios hablan de que el 5% de la población en España desarrollará a lo largo de su vida patología vesicular".

Por otro lado, la colelitiasis es una afección más frecuente en mujeres y en personas mayores de 50 años, aunque existen otros factores de riesgo relacionados con la aparición de la enfermedad como son la obesidad, los antecedentes familiares, la diabetes o la cirrosis hepática.

Síntomas más frecuentes de las piedras en la vesícula

En cuanto a la sintomatología cabe destacar que no todos los pacientes presentan dolores o manifestaciones de la presencia de cálculos biliares y, en ocasiones, las piedras se descubren en exámenes rutinarios o en otras pruebas médicas de control.

Sin embargo, cuando los cálculos son más grandes sí suelen causar dolor, inflamación o cólicos. Incluso, en determinadas ocasiones la enfermedad puede presentarse de forma más severa y causar complicaciones que deriven en una colecistitis aguda, en una pancreatitis o una peritonitis biliar. y los tratamientos más habituales

Los principales síntomas de las piedras en la vesícula son:

• Cólico biliar: un dolor súbito e intenso que aparece en la parte derecha del abdomen y que puede irradiarse al hombro o al omoplato derechos.
• Digestiones pesadas.
• Náuseas.
• Vómitos.
• Fiebre y escalofríos.
• Ictericia obstructiva: cuando la piel, las conjuntivas y las mucosas adquieren una coloración amarilla.

Cómo se diagnostican las piedras biliares

Existen diferentes pruebas para diagnosticar esta patología dependiendo del historial clínico y la sintomatología que describe el paciente. En general, se suelen realizar:

• Pruebas analíticas. Una analítica de sangre mostrará los parámetros que indiquen el correcto drenaje biliar.
• Pruebas de diagnóstico por imagen. Como la ecografía abdominal, una prueba que resulta especialmente efectiva en estos casos.
• Otros exámenes opcionales. El doctor añade que, en algunos casos, "están indicadas pruebas adicionales como el TAC abdominal o ColangioRMN".

Tipos de tratamientos para las piedras en la vesícula

El tratamiento de los cálculos biliares variará en función del estado y la gravedad de la enfermedad y de los síntomas. Así, en pacientes con colelitiasis asintomática no será necesaria la cirugía y se optará por llevar a cabo un seguimiento exhaustivo para ver cómo avanza la enfermedad; mientras que, en pacientes que presentan síntomas o complicaciones, se optará por el tratamiento mediante medicamentos o por la cirugía.

En los casos en los que se detecta una litiasis vesicular se recomienda la extirpación quirúrgica de las piedras por cirugía laparoscópica o mínimamente invasiva. Esta intervención para eliminar los cálculos suele realizarse bajo anestesia general y solo requiere unas pequeñas incisiones en el abdomen, lo que facilita la recuperación del paciente.

Nuestro especialista invitado nos ofrece más detalles sobre el postoperatorio: "El dolor es leve o moderado durante las primeras 24-48 horas y cede con analgesia convencional. Además, la reincorporación al trabajo y a la vida normal suele ser a la semana de la intervención quirúrgica".

Otras ventajas de esta intervención son la disminución del tiempo de ingreso hospitalario, menor riesgo de complicaciones frente a una cirugía abierta y un cuidado más sencillo de las pequeñas heridas originadas por las incisiones.


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