Gloria Elena Cataño, una “guerrera” de las de verdad

Gloria Elena supo desde muy joven que iba a ser enfermera de grande, pero por cuestiones de la vida le tomó un tiempo encontrarse con esta profesión. Primero fue peluquera, arregló uñas, vendió fiambres y pasó al Sena para estudiar mercadotecnia, dice ella que como una fórmula para que la recibieran más fácil en la carrera que soñaba, ya que se presentaban muchas personas y los cupos no eran tantos.

En su etapa escolar en un colegio de Barbosa, el municipio en que vive y donde nació, había hecho parte de las brigadas de salud y en el pueblo había integrado algunos grupos de la Cruz Roja. “Esta profesión siempre me ha gustado, la llevo dentro de mí”.

Se casó a los 22 años y diez años después, después de transitar por varios oficios, una hermana le compartió una convocatoria para un curso de enfermería. No fue fácil decidirse, pues su esposo se había quedado sin empleo, pero ella se arriesgó. Sabía que detrás la esperaba algo bueno.

Vino luego su etapa en el Sena y a los 32 años pudo cumplir su deseo. En 1997 la Clínica Medellín la aceptó para su etapa productiva durante el curso de la tecnología. Al finalizar ese periodo, tuvo la fortuna de que se abrieron varias plazas debido a que la entidad iba a inaugurar su sede de El Poblado. Sin embargo, como ella vivía en Barbosa, prefirieron ubicarla en la Torre Fundadores del centro de Medellín.

Sus inicios

Su primera responsabilidad fue atender el intensificador de imágenes, un equipo de ayudas diagnósticas en el cual se apoyaban urólogos, ortopedistas y otros especialistas para sus pronósticos y seguimientos.

En estos 25 años de servicio siempre se destacó por la empatía y la simpatía que tuvo con los pacientes que pasaron por los quirófanos de la institución. A todos siempre los recibió con una sonrisa, saludándolos por su nombre propio y transmitiéndoles la tranquilidad para sobrellevar la vulnerabilidad de su condición de salud.

Recuerda de manera muy especial la ocasión en la que un paciente bastante conversador y amable, con el cual tuvo un vínculo emocional muy fuerte en los momentos previos a la intervención, murió en el quirófano.

Tanto fue lo que lloró Gloria que sus compañeros pensaron que le había pasado algo a su hijo Mateo, de 19 años y quien tiene hemofilia, pero en realidad la tristeza la embargaba por la muerte de aquel paciente tan especial.

También ha habido espacio para las alegrías, como aquel vecino de Barbosa que pasó por los quirófanos de la Clínica Medellín y tras superar su enfermedad se encontró a Gloria en el parque de su pueblo, agradeciéndole por los favores recibidos. Hasta arepas le han hecho llegar a su lugar de trabajo.

“Como usted cuida su casa, cuide su trabajo”

Gloria se ha caracterizado por ser muy pulida y detallista en su labor. Su lema es que tal como la gente cuida las cosas en su casa, debería hacer lo mismo en el trabajo.

Así lo ha hecho ella en este cuarto de siglo de servicio en la Clínica Medellín, donde cuida hasta el más mínimo detalle para que todo les salga bien a ella y a sus compañeros. Ese colegaje será una de las cosas que más extrañe cuando le anuncien que su jubilación es un hecho, algo que se hará realidad este o el próximo año cuando se surta el proceso.

Desde ya anuncia que será ese el momento en el que les dé la oportunidad a quienes vienen en el proceso de crecimiento profesional para que al igual que ella, dejen huella con su servicio, en el que abunda la calidez humana.

Hace poco Gloria superó un cáncer de seno, un aprendizaje que recibió en su vida y que hoy la colma de esperanza para lo que venga a partir de su retiro. Una “guerrera” que agradece todo lo bueno que ha recibido, y que se compara con los agradecimientos que todos los pacientes que la han conocido le manifiestan por su bondad y generosidad.