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Desde que fueron descubiertos durante la primera mitad del siglo XX, los antibióticos cambiaron de manera radical la forma en la que funcionaba la medicina en estos tiempos. Su aparición, como método para la eliminación de bacterias y la prevención de infecciones, modificó el actuar de los médicos, quienes ya no concebían realizar una cirugía sin que tuvieran que aplicar una de estas sustancias en sus pacientes, ayudando a que los índices de mortalidad y morbilidad decrecieran sustancialmente.

Sin embargo, han sido justo sus evidentes beneficios en los tratamientos médicos los que han promovido un sobreuso tanto por parte de la población en general como por el personal clínico, que ha hecho que exista en la actualidad una amenaza global por la resistencia que las bacterias han adquirido contra los antibióticos, lo cual les está restando sus efectos anti-infecciones.

Esta es la razón por la cual se requiere darles un uso adecuado. Con la asesoría del médico internista e infectólogo de la Clínica Medellín, Miguel Alejandro Pinzón, le ofrecemos algunas pautas esenciales para tener en cuenta con respecto a los antibióticos.

¿Qué son?

Son unas moléculas, generalmente extraídas de sustancias naturales (plantas, hongos) o sintéticas (producidas en laboratorio y convertidas en medicamentos), cuyo fin esencial es eliminar bacterias.


¿En qué situaciones precisas se deben usar?

Aunque en Colombia hay algunos antibióticos que son de venta libre, es decir que cualquier persona los puede comprar en una farmacia o droguería, lo ideal es que sea un médico el que le indique si debe o no consumir una sustancia de este tipo.

Esto debido a que para determinar qué antibiótico es el adecuado, se debe tener en cuenta la historia clínica del paciente, identificar cuál es su infección o enfermedad, establecer qué tipo de microorganismo es el que tiene y según esto saber cuál es su susceptibilidad frente a los antibióticos que requiera.

Será el médico el que determine cuánta debe ser la dosis y la duración del tratamiento para saber con qué sustancia se puede mejorar el desenlace clínico del paciente y disminuir el riesgo de resistencia de la bacteria, además de un análisis del costo-beneficio de este teniendo en cuenta los costos del sistema de salud local.


El antibiótico es de uso personal

Todos los antibióticos tienen una dosis estándar, pero la dosis final que se le recetará al paciente dependerá de muchos factores: su peso, la edad, la patología. No es correcto, entonces, calcular que, si a un conocido o allegado le suministraron cierta cantidad de sustancias por una infección o dolencia similar, dicha cantidad debe ser la misma que usted o alguien cercano deba ingerir.


Deseche el producto apenas termine el tratamiento

No importa si al culminar el tratamiento, según la duración que le haya dicho el especialista, le reste cierta cantidad de antibióticos por consumir; todo residuo debe ser desechado. Muchas sustancias requieren una preparación, diluidas en agua algunas veces, y puede que si usted las almacena, con el tiempo se dañen, poniendo en riesgo su salud. Una cosa es tenerlas sin desempacar, que duran incluso hasta un año en ese estado, pero otra es cuando ya están abiertas, que en ocasiones requieren ser ingeridas en menos de 24 horas. Un punto importante: revisar la fecha de vencimiento.

No los mezcle

Todos los antibióticos tienen reacciones adversas, que si no se manejan adecuadamente pueden generar toxicidad (efectos perjudiciales en el cuerpo humano) en riñón, sangre o hígado, que son potencialmente graves. Si se requiere hacer una terapia de combinación de sustancias, debería ser bajo recomendación de un experto de acuerdo con la infección a tratar.

Evite el alcohol

En ninguna circunstancia ingiera alcohol cuando esté en un tratamiento con antibióticos. Esto le puede ocasionar una reacción alérgica, que conduce a una falla clínica y aumenta el riesgo de que las bacterias potencien su resistencia y no sean eliminadas.


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