Ambos tratamientos suelen ser llamados en el argot popular como bótox, y desde allí parte el desconocimiento que sobre ellos existe. Un abecé para comprender más sus efectos.
Disminuir las arrugas y las señales de envejecimiento que inevitablemente aparecen en el rostro con el paso de los años es el motivo principal por el cual muchas personas acuden a tratamientos faciales que suelen ser nombrados en el argot popular como el bótox. Sin embargo, el desconocimiento que existe sobre estos, comenzando por la forma que se les denomina y agrupa bajo el mismo término, hace que se comentan muchos errores irreparables para la piel.
Daniela Gómez Osorio,
dermatóloga general de la Clínica Medellín, comenta que el bótox es una marca otorgada a un tratamiento creado por oftalmólogos para el tratamiento de algunos trastornos en los ojos, pero luego se dieron cuenta de que tenía efectos en la piel del rostro al disminuir las contracciones de los músculos, bloqueando las mímicas y los movimientos faciales y disminuyendo las arrugas.
El término adecuado para referirse a este tratamiento es la toxina botulínica. Con esta se bloquean los músculos del rostro y se reducen las expresiones faciales, como las arrugas, el entrecejo y la subida de las cejas. Con esto se acentúan las arrugas del envejecimiento y los efectos del paso del tiempo serán menos visibles con el tiempo si su uso es constante.
El ácido hialurónico
Además de la toxina botulínica, existen otros tratamientos, con un mismo fin, pero diferentes efectos. Se trata del uso de rellenos, el más común de ellos es el ácido hialurónico, y aunque suelen ser confundidos, difiere en cuanto a que este último no incide en la función del músculo, y en cambio se utiliza para rellenar algunas zonas de la cara que han perdido o disminuido su tejido graso por el envejecimiento, traumas u otras circunstancias que las hayan afectado.
La dermatóloga Gómez afirma que el efecto del ácido hialurónico es temporal, de tres a seis meses. En su composición cuenta con algunos componentes naturales presentes en la piel, por lo cual al ser utilizado en el rostro el organismo lo absorbe, produciendo el efecto de relleno.
Además del ácido hialurónico existen otros tipos de rellenos que son fijos y no se absorben en la piel. Suelen tener un efecto parecido a la silicona inyectada, que era un tratamiento recurrente en años anteriores, pero ya está por fuera del mercado.
Efectos adversos del ácido hialurónico
El ácido tiene efectos adversos en su aplicación, entre ellos, algunos que son esperables para procedimientos de este tipo, como el enrojecimiento o hinchazón en la zona intervenida, dolor y aparición de morados, lo cual es normal. Pero hay otros más graves, asociados a la mala administración de la técnica, como complicaciones vasculares cuando se genera una necrosis al taponar las arterias y el tejido afectado muere; o la pérdida de la visión cuando la arteria taponada se encuentra cerca al ojo.
Otra complicación, no tan frecuente, es que surjan reacciones alérgicas severas, conocidas como anafilaxias, o la formación de nódulos o bolitas irregulares en la piel cuando el ácido se aplica de forma muy superficial.
Recomendaciones para un uso adecuado
Nuestra dermatóloga invitada afirma que el tratamiento más recomendado es el uso del ácido hialurónico, con rellenos no permanentes que se reabsorben en la piel en un período de tres a seis meses.
En el 95 % de los casos estos tratamientos se efectúan con fines cosméticos, pero hay casos donde se requieren para compensar la pérdida de tejido graso, de la elasticidad de la piel o cambios en la estructura ósea que generen una deformidad facial.
Es importante, en cualquiera de estos casos, asesorarse de un profesional que sepa hacer estos procedimientos, ojalá que no sean cosmetólogos sino personal capacitado para ello, que conozca los productos a utilizar y que cumpla con todas las medidas de seguridad y bioseguridad que eviten complicaciones en la intervención.