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Tratamientos recientes ahora permiten minimizar el riesgo de que se genere este accidente cerebrovascular durante una irregularidad cardiaca.




La fibrilación auricular es una contracción desorganizada de las aurículas, que a su vez conllevan a una alteración del ritmo cardíaco en el resto del corazón, más exactamente hacia los ventrículos, que ocasionan unos riesgos especiales en la función que este cumple y se presenta como una arritmia. En particular hay dos situaciones que amenazan la condición del paciente: una, que el corazón pierda fuerza en sus contracciones y en su estructura como tal, y la otra que se produzca un embolismo cerebral o sistémico.

El doctor Luis Felipe Ramos, cardiólogo y electrofisiólogo de la Clínica Medellín, describe que la embolia es cerebral cuando se forma un coágulo en un sitio del corazón llamado la orejuela, y desde allí se desplaza hacia el cerebro, ocasionando un infarto cerebral; ocasionalmente, aunque no ocurre en la mayoría de las veces, también puede viajar hasta otras extremidades como las manos o las piernas y provocar un derrame que podría derivar en una amputación.

La arritmia, afirma Ramos, tiene varias causas. La primera y la más frecuente es natural, por el envejecimiento normal del corazón, que trae consigo un deterioro en sus funciones.

La segunda, por diferentes comorbilidades como la hipertensión, la diabetes, la obesidad, malos hábitos del sueño, el consumo de ciertos medicamentos, incluso el licor, que favorecen el aumento en el riesgo de una alteración de dichas funciones y de que la aurícula genere cambios que hacen que surja la arritmia.

¿Quiénes están más expuestos?

De acuerdo con el cardiólogo, en edades avanzadas hay mayor riesgo de sufrir esta enfermedad, a partir de los cincuenta o sesenta años aumenta la prevalencia, pero ha habido casos en que personas más jóvenes la han padecido, esto como consecuencia de los hábitos que cada una haya llevado en su vida.

“No es lo mismo una persona que a sus ochenta años está sana y sin ninguna comorbilidad, a otra de la misma edad que ha tenido diabetes o hipertensión. Eso impacta en el diagnóstico de la fibrilación auricular”, expresa.

Ser mujer es otro factor de riesgo para contraer un embolismo, y así lo han comprobado los especialistas en su experiencia, aunque en la actualidad la ciencia no ha podido determinar el porqué de esta situación.

Tratamientos más allá de los medicamentos

Luis Felipe Ramos afirma que el tratamiento de esta enfermedad inicialmente se dio con el suministro de una aspirina, pero después se detectó que esta realmente no generaba ninguna mejora en el paciente, aunque sí propiciaba mayores sangrados gastrointestinales y cerebrales, evitando la coagulación, pero no se recomendaba su uso de manera indefinida o si había otra comorbilidad.

Posteriormente, agrega el especialista, se ha usado un mecanismo llamado warfarina para controlar la presión del embolismo, pero este ha presentado problemas dado que se demora en actuar, a veces varios días después de que se origina la enfermedad, y al mezclarse con los alimentos u otros medicamentos se descuadra el nivel de la coagulación y sostener el que esta requiere es difícil.

Por eso, la industria farmacéutica creó otros medicamentos, llamados anticoagulantes directos, que actúan sobre un solo factor que genera la coagulación –la warfarina lo hace sobre varios–, los cuales dieron mayor seguridad y más efectividad en la prevención.

Estos son utilizados en un grupo especial de pacientes con presión auricular que cumplen los requisitos y las indicaciones para tener que estar anticoagulados.

Sin embargo, existe otra alternativa que no requiere del uso de medicamentos, asegura Ramos. Así lo explica: “en los pacientes a quienes no se les pueden dar estos anticoagulantes directos, ya sea porque tienen una contraindicación ya sea por un episodio reciente de sangrado, o por alguna alteración hematológica, se puede hacer la siguiente intervención: ir a la orejuela de la aurícula izquierda y ponerles una especie de tapón o sombrilla a través de un cateterismo, y se cierra el sitio donde se generan el 90 % de los coágulos”.

Con esto se produce un efecto anticoagulatorio y se disminuye el riesgo de sangrado de manera significativa. La recuperación posterior a la intervención es rápida y al día siguiente el paciente podrá estar en su casa realizando sus actividades cotidianas, con una mejor calidad de vida y siguiendo el tratamiento indicado por los especialistas.


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