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No es casualidad que los perros que participan en las terapias asistidas con pacientes oncológicos asistan a los centros clínicos y hospitalarios. Lejos de ser una visita como cualquier otra, estos encuentros requieren de una preparación previa, tanto para los pacientes como para los animales.

María Elena Arango Rodríguez, médica veterinaria y directora de adiestramiento de la Fundación Instintos, explica que el proceso inicia con una preselección que se hace con los perros que esta entidad tiene en su centro de albergue en Envigado, muchos de ellos rescatados del maltrato de sus amos o de la calle.

En esa preselección, señala Arango, se realizan unas pruebas de comportamiento. En dicha evaluación se tienen en cuenta los antecedentes del animal, y cómo ha sido su relación con el entorno. Una de las claves es que sea social y se le facilite entablar relaciones con extraños, pues a los pacientes con los que tratará no los conoce.

Una vez son seleccionados, los perros elegidos son expuestos a situaciones cotidianas para analizar cuál es su reacción en casos determinados que puedan ocurrir durante las visitas y que les puedan generar estrés, como la interacción con desconocidos, si una puerta se abre de manera inesperada, entre otras.

Esta etapa, afirma la directora de adiestramiento, puede durar entre uno y dos meses.


Inicia el adiestramiento

Una vez se surte el primer paso, sigue la fase de adiestramiento en obediencia básica, por la cual deben pasar todos los perros que trabajarán en terapias asistidas.

En esta se les enseñan acciones como la estabilidad, la permanencia y caminar al lado de la persona que acompañarán, con o sin traílla, sentarse, echarse al comando, no brincar y la respuesta al llamado.

Después de estos aspectos básicos, sigue una etapa de adiestramiento avanzado, en la que se les empiezan a inducir la enseñanza propedéutica para que aprendan a tocar o dirigir una parte específica de sus cuerpos a determinadas áreas u objetos; también a halar, portar y cobrar como ejercicios básicos.
Todas estas acciones van perfilando a los perros de acuerdo con los grupos poblacionales con los que más se puedan acoplar sus características. En el caso de los pacientes oncológicos, se buscan animales cariñosos y tranquilos.

“A los perros que estarán con estas personas les enseñamos a que estén preparados para el ambiente en el cual estarán, es decir, que se acostumbren a ver gente con indumentaria médica sin que sientan miedo -pues a veces creen que estos les realizarán alguna intervención-, que no se asusten con un ruido inesperado, a que se aproximen de forma adecuada al paciente, que el olor a alcohol no les dé temor ”, entre otras acciones, según Arango.

También se les instruye para que reconozcan algunos de los equipos que se utilizan en las unidades de oncología, como las sillas reclinomáticas o las bombas de infusión.
“Los ejercicios están orientados a que sepan dónde ubicarse, qué ejercicios realizar, cómo entregarle la canasta al paciente”, en otras palabras, que se habitúen a estos ambientes y que se sepan desenvolver, es el objetivo del adiestramiento.


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