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La crisis por la COVID-19 nos genera todo tipo de angustias y preocupaciones que afectan nuestra higiene del sueño. Aquí algunas sugerencias para un descanso adecuado.


Si durante la emergencia sanitaria por la COVID-19 ha tenido problemas para conciliar el sueño, no se preocupe: no es el único, y es normal que esto ocurra. Las angustias, las preocupaciones y los temores por las consecuencias que la situación pueda generar en la salud suya y de su familia, y en la estabilidad laboral y económica, nos invaden a todos y terminan por afectar nuestros ciclos naturales durante el día, que desembocan en problemas para conciliar el sueño en las noches.

La neuróloga clínica María Isabel Montes Gaviria, subespecialista en Medicina del sueño de la Clínica Medellín, comenta que estos factores llevan a muchas personas a dormir menos de seis horas, pues además de prolongar en ocasiones sus jornadas de trabajo, luego buscan refugio en actividades como ver televisión o revisar sus dispositivos electrónicos hasta tarde en la noche.

Estas, si bien les pueden resultar placenteras en el momento, pueden ser perjudiciales para su salud más adelante ya que se alteran los ciclos de sueño, con posibles consecuencias posteriores.

Al robarle tiempo al sueño, “se altera el ritmo circadiano”, dice Montes. Esto altera el ciclo natural del cuerpo humano en las 24 horas del día, con repercusiones en su comportamiento al otro día, afectan sus rutinas laborales, académicas y sociales.

Las consecuencias de un mal dormir

Cuenta la doctora Montes que estas alteraciones generan un insomnio de inicio, esto quiere decir que hay una dificultad para conciliar el sueño, en particular si la persona está demasiado expuesta en el día a pantallas, y el hábito lo establece hasta altas horas de la noche.

De ocurrir lo anterior, el insomnio puede pasar a una fase crónica, que puede generar más adelante trastornos de ansiedad, de depresión, de cefaleas crónicas –permanentes dolores de cabeza– y sensación constante de fatiga.

El insomnio crónico, además, puede estar relacionado con el surgimiento de enfermedades cardiovasculares y del corazón, ocasionando mayor riesgo de hipertensión y diabetes, si no se cumplen las horas de sueño recomendadas.

A lo anterior se suma que actividad lumínica de los dispositivos provoca el retraso de la secreción en el cuerpo de la melatonina, la hormona que regula los ritmos del sueño.

¿Cómo mejorar los hábitos de sueño?

La doctora María Isabel Monter recomienda establecer unos horarios regulares y prudentes de modo que la persona duerma las horas que se sugieren según su edad.

La Organización Mundial de la Salud asegura que el promedio mínimo se ubica entre siete y ocho horas por noche, que va subiendo según la edad. Entre menos años tenga la persona, más debe dormir.

Para cumplir con esta pauta, es necesario establecer una buena higiene del sueño siguiendo rutinas como las siguientes:
• Una hora antes de irse a la cama, realizar una actividad relajante como hablar con alguien, meditar, hacer yoga, pintar. Algo que lo obligue a pensar en un tema diferente a lo que vivió durante el día, e incluso a otros tópicos no relacionados con la pandemia.
• No tener un reloj de noche, para evitar la ansiedad de revisar la hora con frecuencia.
• Tenga solo una alarma durante el día.
• No tomar café después de las dos de la tarde.
• Hacer ejercicio hasta máximo dos horas antes de dormir.
• Tener una habitación cómoda, alejada del ruido, y a una temperatura media.


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