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Se trata de un procedimiento menos invasivo, más preciso, que disminuye el riesgo de complicaciones y facilita la recuperación.


El Tamis-TME, las siglas en inglés de la resección total del mesorrecto por vía transanal en cáncer de recto asistida por laparoscopia, es una técnica quirúrgica con el cual la Clínica Medellín innova en el tratamiento de esta enfermedad, para beneficio de los pacientes que son atendidos en la institución al brindarles menor dolor, una recuperación más rápida y disminución de las complicaciones.

El doctor Juan Camilo Correa, cirujano oncólogo de la Clínica, cuenta que este procedimiento ha sido presentado en otros países como el futuro del tratamiento del recto, que en años recientes estaba enfocado en la laparoscopia pero que a diferencia del colon no ha logrado demostrar desenlaces tan buenos como lo ha hecho en cáncer de colón.

La diferencia de resultados de la laparoscopia de recto con la del colon se debe a que es una cirugía más dispendiosa por el espacio tan pequeño que tiene el cirujano para hacer el abordaje. Al operar, la tarea se debe hacer en una especie de caja donde se encuentran el recto, el hueso sacro en la parte posterior y la próstata o la vagina y el útero en la zona delantera.

El doctor Correa admite que ha habido intentos por apoyarse en la robótica, pero al comparar los resultados quirúrgicos y oncológicos con la laparoscopia no hay diferencias significativas en los resultados, requiriendo realizar una cirugía abierta o más extensa en la misma proporción de casos.

¿En qué consiste?

El Tamis-TME consiste en la intervención conjunta simultánea entre dos equipos de cirujanos, que puede durar unas dos a tres horas; uno de ellos realiza el abordaje laparoscópico normal en la parte inicial por el abdomen, y el otro ejecuta una disección por el ano.

Los dos equipos se encuentran en un punto de la intervención, permitiendo un panorama mucho más amplio que ayuda a preservar más tejidos del ano y del recto, evitando, en ocasiones (dependiendo del estado de cada paciente y del lugar del tumor) que se efectúe una colostomía definitiva–el retiro de un extremo del intestino grueso, obligando al uso de una bolsa para acumular las heces–, y en cambio esta se haga de modo temporal durante un tiempo de recuperación o no sea necesaria su realización. Una ganancia en calidad de vida y que mitiga el efecto del cáncer.

Esta intervención reduce el dolor y el sangrado durante y después de la cirugía, y facilita la recuperación del paciente, que retornará a sus actividades cotidianas en menos tiempo, minimizando el riesgo de desarrollar una hernia.

Las incisiones que se realizan en el abdomen para la laparoscopia son de máximo 10 cm o llegan a ser solo de 12 mm, un avance que mejora la estética del paciente en su recuperación.

En todos los casos, advierte el cirujano Correa, “el objetivo no debe primar sobre la técnica”, y la posibilidad de recurrir a esta técnica la dará el estado de salud de la persona. Si el tumor es grande –unos 15 centímetros, por ejemplo–, no hay manera de que sea retirado por una abertura de 12 milímetros.

Posterior a la intervención, el paciente será educado para que aprenda a manejar la bolsa para las heces que tendrá de forma temporal o a restablecer sus funciones pélvicas, tal como ocurre con algunas mujeres luego de su embarazo, que requieren fortalecer su pelvis. Siempre apoyado y acompañado por el grupo de la Clínica Medellín para facilitarle y acompañarle durante todo el proceso de la enfermedad, porque nuestro objetivo es que el paciente este lo mejor posible.



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