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La aceleración del metabolismo, la pérdida involuntaria de peso y el aumento de la frecuencia cardiaca son los principales síntomas de esta enfermedad. Reconózcala para que consulte a tiempo.

Una glándula con forma de mariposa que no supera los dos o tres centímetros, se encuentra ubicada en la región anterior del cuello y a pesar de su tamaño juega un rol clave en la regulación de muchas funciones endocrinas del cuerpo humano. Así describe a la tiroides el doctor Zaki Antonio Taissoun Aslan, cirujano oncólogo de cabeza y cuello de la Clínica Medellín.

Además de encargarse entre otras funciones de la síntesis de carbohidratos y proteínas, la tiroides es responsable de la producción de una hormona: la tiroxina. Cuando esta actividad es excesiva, se considera que hay un hipertiroidismo.

Este fenómeno, explica el especialista, acelera el metabolismo del cuerpo, provoca una pérdida involuntaria de peso y aumenta la frecuencia cardiaca con latidos rápidos e irregulares, trayendo consigo posibles complicaciones cardiovasculares como la fibrilación auricular, las arritmias cardíacas, la hipertensión, entre otras.

Otros síntomas
El doctor Taissoun Aslan dice que es posible que la pérdida de peso se presente aún cuando el paciente mantenga un buen apetito, un síntoma que a veces suele ser asociado a un tipo de cáncer, pero no necesariamente haya un vínculo con esta enfermedad.

El hipertiroidismo, agrega, hace que la persona presente alteraciones psicológicas o psiquiátricas como nerviosismo, ansiedad, irritabilidad, pérdida de la concentración, inquietud permanente o insomnio.

Otras consecuencias de esta enfermedad son, en primer lugar, la termogénesis, que genera una pérdida de la regulación de la temperatura corporal. El paciente desprende mucho calor y su piel se mantiene roja y sudorosa.

En segundo término, hay una modificación de los hábitos intestinales que genera la necesidad constante de acudir al baño. Un tercer factor es la pérdida frecuente de cabello, ocasionando cambios en el aspecto físico, y por último una alteración de los músculos alrededor de los ojos, haciéndolos ver enrojecidos, con lagrimeo excesivo y un aspecto de hinchazón que los hace sobresalir de su cavidad ocular.  

Todas las anteriores son razones suficientes para consultar a tiempo con un especialista que brinde un diagnóstico más preciso.

La detección

El hipertiroidismo se detecta mediante pruebas funcionales con hormonas estimulantes de la tiroides: la triyodotironina (T3) y la tiroxina (T4), los anticuerpos microsomales, peroxidasas y antitiroglobulina para documentar un fenómeno autoinmune, y una ecografía de cuello para valorar estructuralmente la glándula ya que existen signos indirectos que demuestran una inflamación de la tiroides.

Estas pruebas son solicitadas por un médico general o el especialista que esté a cargo del manejo de la enfermedad.

Factores de riesgo
El hipertiroidismo se presenta en la mayoría de los casos de los 16 y 17 años hasta los 35 y 37, generalmente lo padecen más las mujeres que los hombres –en una proporción de tres a uno– por su composición hormonal y puede estar asociado a un trastorno hormonal conocido como la enfermedad de Graves, el cual es autoinmune y ataca la glándula tiroidea y hace que esta aumente su tamaño.

Hay otros fenómenos como los nódulos hiperactivos de la tiroides o la enfermedad de plomo, pero son casos muy especializados.
Entre los factores de riesgo se mencionan los antecedentes familiares y algunas enfermedades crónicas como la diabetes tipo 1, la anemia perniciosa y la insuficiencia suprarrenal primaria.

Más complicaciones

Además de las afectaciones cardiacas, el hipertiroidismo puede ocasionar fragilidad en los huesos, osteoporosis, problemas en la vista y un fenómeno conocido como crisis tirotóxica, una tormenta tiroidea en la que se desprende un sinfín de hormonas que podría traer graves consecuencias para la salud.

El manejo

Para contrarrestar esta enfermedad existe un tratamiento médico de largo plazo con el cual se bloquea la glándula tiroidea para que deje de producir hormonas.

Otra alternativa es el uso del yodo radioactivo. Este se administra por vía oral, la glándula tiroides lo absorbe y se ablanda o quema.

Y como tercera opción es la cirugía tiroidectomía total, un procedimiento en el que la glándula es retirada por completo, con esto la persona pasa de un estado de hiperactividad al de hipoactividad, en el que la glándula ya no produce nada. En ese caso el paciente debe ingerir unas hormonas tiroideas suplementarias por el resto de su vida para mantener controlada su condición de salud.


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