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¿Es peligroso llevar un perro a una unidad de oncología? ¿Y si comienza a ladrar? ¿Se puede llevar a cualquier animal? ¿Este va a curar al paciente? Estas son algunas de las preguntas más comunes que surgen alrededor de las terapias asistidas con animales de compañía, un programa que desde la primera semana de marzo es una realidad en la Clínica Medellín con el acompañamiento de la Fundación Instintos.

Esta es una entidad especializada en el adiestramiento de perros para intervenciones de este tipo en diferentes grupos poblacionales: niños, adultos mayores, personas en situación de discapacidad, reclusos, entre otros.

Sara Jaramillo, médica veterinaria y directora general de la Fundación Instintos, de la mano de Miguel Pinzón, médico infectólogo de la Clínica Medellín, explican cinco mitos comunes, y sus respectivas realidades.


Los riesgos de que un perro entre a una unidad de oncología

Algunas personas suelen pensar que un perro puede ser un foco de infección, y resulta que hay mayor riesgo de contraer una con la misma especie: es decir, con otro humano, con quien compartimos el 100 % de las enfermedades infectocontagiosas.

Con el animal, señala la doctora Jaramillo, ese porcentaje es muy bajo, y es posible evitarlas por completo si se cumplen todos los protocolos de bioseguridad.

En cambio, el mayor riesgo de contagio lo porta el guía, quien incluso tiene que ser más riguroso en su manejo biosanitario que con el mismo animal, lavándose las manos, usando tapabocas, previniendo la visita si tiene gripa, entre otras medidas.

El médico infectólogo de la Clínica Medellín, Miguel Pinzón, señala que los animales escogidos para la visita son desparasitados cada dos a tres meses, y cuando van a acudir a la institución, reciben un manejo especial con baños en soluciones antisépticas, agua y jabón, para estar limpios al ingresar, ya que en su pelaje se pueden resguardar algunas bacterias. Esta acción se repite al salir del lugar.

Los perros, añade Pinzón, son transportados en vehículos especiales, para disminuir el riesgo de contaminación con gérmenes del exterior.


Una visita como la de cualquier perro, en cualquier momento y sin avisar

Las terapias asistidas son un proceso que inicia mucho tiempo antes de que el perro visite el centro hospitalario. Para ello, el animal debe haberse certificado en su comportamiento, cumpliendo además protocolos de medicina preventiva como la vacunación y la desparasitación, chequeos de salud, cepillado, salud oral, baños, uso de productos verificados, son algunos de los pasos a seguir.

Durante la visita, se realizan otras acciones para disminuir el riesgo de transmisión del Staphylococcus aureus, una bacteria que puede ser transmitida entre perros y personas. Para ello, al animal se le limpia la nariz cada diez minutos con unos paños especiales para disminuir la contaminación.

“Seguimos protocolos internacionales para estos casos, con productos y momentos específicos, pero al perro también hay que protegerlo de que no se le exceda en su limpieza, pues puede hacérsele un daño en la piel, que facilita la generación de focos de infección. Por eso, no vale decir que estas visitas a los pacientes son casuales, así a veces parezcan de esta manera, pues el animal, con su naturalidad, llega a saludar a la persona, aunque nunca la haya visto”, expresa la doctora Sara Jaramillo.


La visita del perro servirá como cura para el cáncer

Estos procedimientos apuntan a disminuir los niveles de estrés, depresión y la sensación de dolor. Sirven para la recuperación psicoafectiva y social del paciente, que se desconecte por unos instantes de pensar en tratamientos y procedimientos incómodos. Que jueguen e interactúen con el animal les genera un ancla positiva de su proceso, que cambia su discurso posterior, para que, en vez de recordar el frío y la duración, hable de su relación con el perro.


Los perros ladran dentro del centro hospitalario

Los animales que hacen parte de este programa son debidamente certificados para ser perros de terapia, que aprenden a canalizar sus emociones y a autorregularse.

Es normal, de todos modos, que ellos vocalicen pues son seres vivos, pero por su entrenamiento el guía los redirecciona; por eso es clave que la relación entre ambos sea muy estrecha. También se les orienta para que no salten sobre las personas, y a que reconozcan cuando hay alguna situación incómoda por parte del paciente.


El perro hace magia

Detrás de lo que el animal hace hay un proceso evolutivo en el que participan, además de él mismo, un equipo de profesionales que interactúan para que se cumplan los objetivos terapéuticos.

El perro, añade, es un compañero más, tampoco hay que verlo como un instrumento. Él es la cara ante el paciente de un trabajo en el que participan médicos, veterinarios, trabajadores sociales, psicólogos y adiestradores, que velan por el bienestar del animal y también de la persona que es atendida.


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Emma Horta
que buenas idea, seria lindo poder llevarlos a otros servicios.
4 Mar 20
4 años 1 mes 17 días 9 horas 15 minutos

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