Desde dicha fecha se realizaron numerosos estudios con el objetivo de evaluar los
beneficios de las Terapias Asistida con Animales (TAA) y proporcionar a los profesionales de la salud conclusiones que permitan su uso formal en terapias alternativas o complementarias.
Vale resaltar, igualmente, que existen datos que indican que en el año 1200 a.C., los griegos tenían perros como co-terapeutas en sus templos de curación.
Pero fue solo hasta 1953, que el psicólogo estadounidense Boris Levinson acuña por primera vez el término "Pet - Therapy" quien, durante una sesión de terapia con un niño con autismo, vio cómo su propio perro (Jingles), llamó la atención del paciente hasta provocarle deseo de interactuar.
En 1962, Levinson integró la TAA en la psicología clínica en su artículo “El perro como co-terapeuta”. Fue el primero en definir la “psicoterapia infantil asistida por animales de compañía”, que hoy denominamos terapias asistidas con animales.
Levinson es el primero en documentar el efecto positivo de las mascotas en niños autistas y a través de sus trabajos y publicaciones destacó la importancia de estas como agente catalítico en el proceso de socialización del niño.
A raíz de esto, sugirió la creación de un cuerpo canino entrenado como ayudantes psicoterapéuticos especializados en niños al estilo del programa de apoyo a los soldados hospitalizados y sus familias durante la Segunda Guerra Mundial.
El doctor Levinson también postuló que las mascotas son un estímulo para el desarrollo sensorial y motor en niños pequeños. A lo largo de sus publicaciones, continuó haciendo valiosos aportes al uso de las terapias asistidas por mascotas. Entre sus libros se encuentran Psicoterapia infantil orientada a las mascotas y Mascotas y desarrollo humano, que se publicaron en 1969 y 1973, respectivamente.
Durante muchos años, perros, gatos, caballos, aves, conejos, delfines, tortugas y simulaciones con robots se probaron en diferentes poblaciones. Se realizaron numerosos estudios en diferentes grupos, por ejemplo, entre personas de la tercera edad, veteranos de guerra, pacientes en tratamiento con quimioterapia, personas con discapacidades, pacientes psiquiátricos, reclusos y muchos otros para demostrar los efectos de la presencia de las mascotas y la TAA.
Los resultados fueron tan diversos como las poblaciones estudiadas y los animales involucrados. Sin embargo, pudo concluirse que las intervenciones con animales contribuyen a reducir la depresión y la ansiedad mientras fomenta las habilidades de socialización, reafirmando las observaciones del personal de salud.
A medida que las terapias asistidas con animales ganaban popularidad fueron surgiendo organizaciones y entidades tendientes a promover
el uso de animales de terapia, establecer criterios de evaluación de estos y regular sus acciones.
Estas asociaciones, además de conectar instituciones o personas interesadas en recibir TAA con equipos de voluntarios formados mayoritariamente de perros y sus amos, brindan entrenamiento y certificaciones conforme a la legislación y los estándares internacionales vigentes.