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Hay que resaltar que desde el punto de vista conceptual, deporte, ejercicio físico y actividad física son significaciones diferentes, sin embargo, en ocasiones solemos confundir dichos términos.

Por lo pronto, entendamos que la actividad física es cualquier movimiento corporal voluntario, repetitivo y producido por los músculos esqueléticos que exige gasto de energía (caminar a paso rápido, correr, montar bicicleta, nadar, bailar, etc.). Al tener una cultura de movimiento, cuidamos nuestra salud ya que reducimos el riesgo de tener una enfermedad crónica (obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, etc.).

Por otra parte, y de acuerdo al ciclo de vida (primera infancia, adolescencia, juventud, adultez o adulto mayor) en que estemos, las actividades físicas pueden variar en cuanto a su intensidad y duración, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que para personas entre los 18 y 64 años se deberían acumular un mínimo de: dos horas y media (150 minutos) semanales de actividad física, aeróbica o de resistencia moderada o un mínimo de una hora y cuarto (75 minutos semanales) de actividad aeróbica o de resistencia vigorosa o Una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa.

La palabra aeróbica, hace referencia a las actividades de resistencia en las que se utiliza más oxigeno de lo normal, por ejemplo, cuando se camina a paso rápido.

Una de las diferencias entre la resistencia moderada y vigorosa radica en que cuando uno está haciendo actividad física en la primera (resistencia moderada) la persona puede aún hablar, en la segunda (resistencia vigorosa) la persona no puede hablar por la falta de aliento, ya que en las actividades físicas con resistencia vigorosa la sensación de calor es fuerte, la respiración se ve dificultada y los latidos del corazón son muy rápidos.

Para iniciar una cultura de movimiento es recomendable hacerlo de manera progresiva (poco a poco), es decir, comenzar con actividades físicas de resistencia suave, luego moderada y por último vigorosa. Es importante consultar al profesional de la salud antes de iniciar actividades de mayor intensidad.

Son múltiples los beneficios que puedes obtener al realizar continuamente actividad física, por ejemplo, disminuye el estrés, mejora las capacidades de pensamiento, se genera sensación de bienestar, se fortalece el corazón y los vasos sanguíneos, mejora la apariencia física, reduce el riesgo de padecer enfermedades crónicas, aumenta la autoestima, reduce el riesgo de depresión, ayuda a controlar el peso, preserva la salud de los huesos y articulaciones, mejora la salud en general y podemos mencionar muchísimos más beneficios tanto psicológicos, mentales como físicos.

Por todo lo anterior: No te quedes quieto ¡Muévete!


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