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Al cansancio físico y el agotamiento psicológico que padece el personal de salud en esta emergencia, se les suman las lesiones que producen los elementos que los protegen del contagio.


Durante la pandemia, el personal de salud ha debido extremar sus medidas de prevención contra el contagio por COVID-19, al estar expuestos a este riesgo de forma permanente. Entre las medidas adoptadas, además de las que corresponden al manejo y la atención de los pacientes, se encuentran el uso de elementos y dispositivos de protección personal, entre ellos gorros, guantes, gafas, mascarillas y viseras.

Por su utilización prolongada, dadas las jornadas a las que se están enfrentando con la intensificación de la emergencia, los profesionales están padeciendo de lesiones en la piel, debido a las recomendaciones de uso –hasta ocho horas seguidas según el turno– y las características de los elementos, para evitar al máximo la filtración del virus en el organismo a través de cualquier espacio o fisura entre la piel y el objeto.

Esta situación, de todos modos, puede presentarse en cualquier persona, en especial por el uso inadecuado de los dispositivos, pero es más evidente en los profesionales de la salud porque en algunos casos deben usar todos los elementos mencionados al mismo tiempo; un ciudadano corriente es poco frecuente que lo deba hacer.

Diana Bohórquez, enfermera especialista en heridas y ostomías de la Clínica Medellín, describió las lesiones más comunes que se pueden generar por esta situación:

Daños en la piel o en los tejidos blandos subyacentes, en especial sobre las prominencias óseas (como el tabique nasal), al ajustarse al patrón o la forma del dispositivo que se use.
Lesiones por presión sobre la piel, al usar durante un tiempo prolongado los elementos con un ajuste muy severo. Esto provoca eritema (enrojecimiento de la piel por el aumento de la sangre), un edema leve (hinchazón) y marcación de los pliegues de contacto del elemento de protección. Las áreas más comprometidas son la frente, el arco cigomático (por las mejillas), la zona retroauricular (las orejas) y el puente nasal.
Dermatitis por contacto: se evidencia en especial en las manos, por el uso de guantes de látex, que es la causa principal de irritación. También se presenta por la manipulación de detergentes, alcohol, limpiadores enzimáticos y sustancias con un pH alto.
Xerosis y descamación: la consecuencia de lavar con frecuencia la piel. Su apariencia es craquelada, provocando una sensación áspera y síntomas de prurito o picazón.
Acné: lo genera la presión permanente sobre la piel y la fricción permanente con los elementos de protección personal.
Hiperhidrosis: aumento de la temperatura corporal, que incrementa la sudoración, predisponiendo al cuerpo a la humedad y la maceración (extenuación), un factor de riesgo para la colonización de bacterias y hongos.
Alteraciones en el cabello y las uñas: por utilizar durante mucho tiempo el gorro, aumenta el calor y la humedad focalizados sobre la cabeza, favoreciendo la descamación. Y en las uñas, al lavarse las manos constantemente sus láminas pueden verse frágiles y habrá un desprendimiento de sus capas (conocido como onicosquisis).

Estas lesiones, incluso, se pueden presentar en períodos cortos como media o una hora, y se van acrecentando con el paso de la jornada.

¿Cómo protegerse?

La enfermera Bohórquez brinda las siguientes recomendaciones al personal de la salud y el público en general para prevenir lesiones por el uso de los elementos de protección personal:

• Proteger la piel, limpiándola con jabón de pH neutro antes y después de la jornada laboral; después de lavar la cara, utilizar cremas hidratantes y en el resto del cuerpo ácidos grasos hiperoxigenados para hidratar, fortalecer y darle elasticidad y resistencia a la piel; y recurrir a protectores cutáneos (siliconas transparentes que controlan la humedad).
• Disminuir la presión que ejercen los elementos de protección personal sobre la piel, utilizando apósitos (una gasa o una cinta adhesiva) que protejan la zona de apoyo.
• Descansar de los elementos por quince minutos cada cuatro a seis horas, como mínimo.
• No utilizar la mascarilla N95 por más de ocho horas continuas.
• Lo ideal es usar mascarillas con tiras de amarre en vez de las de resorte, que ocasionan presión y dolor en las orejas.


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