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Con el fin de hacer más tolerable este momento tan crítico para ambos, el personal que asiste el nacimiento tiene responsabilidades que van más allá de lo clínico y se involucran con la pedagogía prenatal y posparto.


Poner en práctica su vocación de servicio en un instante crítico para la madre, el recién nacido y sus familiares, en el que se mezclan la felicidad de dar a luz con el temor por las posibles consecuencias que la intervención pueda ocasionar, es una gran responsabilidad que el personal de enfermería debe cumplir de acuerdo con las expectativas que todos quienes intervienen en el proceso tienen.

Adriana Patricia Botero Rodríguez, jefe del departamento de Enfermería de la Clínica Mujer, expuso en el Congreso Internacional de Enfermería que organizó la Clínica Medellín, la importancia que estos profesionales sepan gestionar circunstancias propias de esta asistencia.

En esta, además de mediar aspectos clínicos, surge el reto de humanizar el servicio y brindarles a las pacientes el debido acompañamiento pedagógico para que resuelvan sus inquietudes y sigan las recomendaciones que hagan que este proceso sea más tolerable y menos traumático.

“Dicen que no hay guías que valgan cuando uno tiene a un niño en los brazos. Por eso, el rol que cumple la enfermería es crucial, por ejemplo, al enseñar a las madres a amamantar al recién nacido o a los padres a cargarlo de la manera apropiada. Esa parte pedagógica es muy importante”, sostiene Botero.

El abordaje de sus cuestionamientos

Cuando la madre ha dado a luz, es normal que tenga numerosas inquietudes respecto al manejo que le debe dar a su hijo en sus primeras horas de vida y a sí misma en su recuperación.

La enfermera Botero afirma que en ese momento el personal de asistencia debe abordarla con un lenguaje claro y sencillo de manera que la información que se le suministre sea entendible y comprensible.

Además, los conceptos que se le entreguen deben estar unificados, de modo que no se modifiquen de un profesional a otro.

“Recomendamos que las mamás se preparen previamente con un curso en el que empiecen a familiarizarse con las situaciones que se puedan presentar posteriores al parto, para que lleguen al menos con una información básica que minimice sus inquietudes”, sostiene.

Identificar y gestionar los riesgos

La seguridad de los pacientes es prioridad en los partos. Por eso las instituciones que atienden estas intervenciones deben implementar estrategias basadas en evidencia científica que garanticen su salud y su bienestar.

Bien lo dice Adriana Botero: “con los neonatos no se puede hablar de ensayo y error”, por tanto, al ser una población tan sensible, es importante identificar gestionar los riesgos asociados al momento de su nacimiento y se prevengan situaciones no deseadas.

En especial, la enfermera se refiere a asuntos como la alimentación del recién nacido, un aspecto que suele preocupar en demasía a las gestantes, razón por la cual pueden ponerse nerviosas. Allí el rol del personal de enfermería es fundamental para hacer pedagogía y revisar si se está presentando alguna situación irregular por parte de la madre o del bebé, como pueden ser patologías que les impidan lactar o comer, y si es necesario acudir a un complemento mientras esta se resuelve.

Otros temas que podrían surgir son los de un nacimiento prematuro, que conlleva riesgos de morbilidades adicionales y puede presentar complicaciones, o los riesgos de que la madre sufra de presión alta que provoque un parto intranquilo.

Todos estos temas requieren de una asistencia permanente y confiable por parte del personal de enfermería, para mitigar los temores que se puedan presentar en todos los involucrados –la madre y los familiares–, y que la información y las recomendaciones brindadas por el personal médico se sigan con rigor de modo que se favorezca la recuperación y que al final, como todos desean, se preserven la salud y el bienestar del recién nacido y su madre.


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