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Un signo clínico, un síntoma, una manifestación de algo que está ocurriendo detrás de ese “telón”. Debilidad, cansancio, somnolencia excesiva, sensación de palpitaciones. La anemia es considerada como un estado, una enfermedad que, al ser descubierta, devela otras enfermedades que son producidas por la disminución de la masa de glóbulos rojos que la generan.

Ese decrecimiento evita que se haga una entrega adecuada de oxígeno a los tejidos del cuerpo humano, y que desencadena en debilidad, cansancio, somnolencia excesiva, sensación dificultad para respirar o de palpitaciones cuando se requiere hacer un esfuerzo moderado, palidez en el tejido conjuntivo debajo de los ojos, en las manos y en las uñas.

Por eso, explica el doctor Arturo José Valera, hematólogo especialista en enfermedades de la sangre y el sistema linfático de la Clínica Medellín, esta no es considerada una enfermedad primaria. Y expone un ejemplo: un paciente que consulta por anemia, pero que le descubren un cáncer de estómago debido al sangrado digestivo -una de sus causas de la anemia-.

La OMS la define como la disminución en el nivel de hemoglobina. En hombres, de niveles por debajo de 13 gramos por decilitro en un hemograma convencional, y en mujeres de 12.

Sus causas son muy variadas:
• Por deficiencia de sustratos como el hierro, el ácido fólico o la vitamina B12, necesarios para que la médula ósea (donde se fabrica la sangre) produzca glóbulos rojos.
• Por la pérdida de dichos sustratos en situaciones de sangrado abundante, como en eventos ginecológicos o digestivos, por una menstruación de larga duración o con varios ciclos en poco tiempo.
• Por hemólisis, la destrucción de glóbulos rojos por diversos mecanismos generalmente autoinmunes, heredados por defectos genéticos mutacionales de genes que codifican para hemoglobina, que hacen que se forme hemoglobina defectuosa y con ello el glóbulo rojo se vuelve frágil, se rompe y se hemoliza -se rompe la célula- liberando su contenido.
• Por causas primarias de la médula ósea, como por ejemplo la anemia aplásica, en la que no se producen glóbulos rojos.
• Por medicamentos tóxicos que no causan daño directo a los glóbulos rojos sino a la célula madre, que los deja de producir.
• Por el crecimiento anormal de órganos, conocido como organomegalias, en especial del bazo. En este se alojan las células viejas como los glóbulos blancos y rojos, y las plaquetas, y allí mismo se eliminan. Pero al crecer el bazo, este va a atrapar no solo células viejas sino jóvenes, gastando carga globular que puede inducir a la anemia.


¿Cómo es el diagnóstico?
 
La anemia puede ser detectada incluso desde la primera consulta con un médico familiar, quien podría detectar la enfermedad ya que las principales causas son por carencias de hierro, ácido fólico o vitamina B12. Si no dan con el origen, el caso irá escalando hasta llegar a los hematólogos, que entrarán a estudiar la situación.

El tratamiento dependerá de la causa, ya que no existe un procedimiento transversal que las cobije a todas. Comenta el doctor Valera que un error frecuente es pensar que la anemia, en todas sus manifestaciones, se curan con hierro, pero es posible que, durante esta enfermedad, este sustrato se incrementa, y si se suministra para aumentar sus niveles se puede inducir a una toxicidad.

Si el origen indica una carencia de vitamina B12, pues habrá que suministrar esa sustancia, e igual con el ácido fólico.


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