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El aumento de la incidencia de esta enfermedad, producto de su relación con el virus del papiloma humano, ha motivado la aparición de nuevas técnicas quirúrgicas que disminuyen el impacto en su manejo.


Cuando lo frecuente, hasta mediados de la década de los noventa, era que el cáncer de orofaringe afectara a mayores de 65 años y se produjera por factores como el consumo de tabaco y alcohol, en las últimas tres décadas el panorama ha cambiado. Hoy la edad de incidencia de la enfermedad ha disminuido hasta afectar a menores de 40 años -hombres y mujeres por igual- y se ha sumado otra variable de riesgo: el virus del papiloma humano -VPH-.

El doctor Joel Arévalo, cirujano general especialista en cirugía de cabeza y cuello, asegura que esto se debe a cambios en los hábitos sexuales que en ese periodo ha experimentado el ser humano, independiente de sus preferencias de género, en especial por el sexo oral, aunque el VPH también se puede transmitir por cualquier intercambio de fluidos, como un beso, por ejemplo.

Ese cambio en el panorama de la enfermedad ha motivado a su vez la aparición de nuevos tratamientos. Lo clásico, desde mediados del siglo pasado, era hacer una mandibulectomía, que consistía en fracturar la mandíbula para acceder a la orofaringe, una región del cuerpo ubicada detrás de la boca, para hacer la resección completa del tumor.

“Dicha intervención significaba para el paciente una hospitalización de un mes o hasta más tiempo, que aumentaba la morbilidad”, dice Arévalo. Esto hizo que el manejo cambiara por métodos oncológicos como la quimioterapia y la radioterapia, logrando resultados similares que la cirugía de la mandíbula, pero con un impacto menor.


La relación con el VPH, con mejor pronóstico

Los avances investigativos en torno a la enfermedad permitieron descubrir que los pacientes con cáncer de orofaringe relacionado con el VPH tenían un mejor pronóstico de vida si pasan por quimioterapia y radioterapia, que aquellos que no estaban vinculados con el virus.

Esto motivó la aparición de nuevas tecnologías quirúrgicas con procedimientos endoscópicos, evitando la fractura de la mandíbula y disminuyendo los efectos de esa intervención, como un menor tiempo de hospitalización: de un mes o más en observación a cinco días o menos, con la posibilidad de consumir cualquier tipo de alimento y de poder compartir con sus familiares o allegados.

Además, la cirugía permite que se disminuya la intensidad de la quimioterapia y la radioterapia, comenta Arévalo.

Los avances en la Clínica Medellín

En la actualidad, la institución se ha especializado en el manejo de abordajes endoscópicos para el tratamiento del cáncer de orofaringe, con cirugías transorales y no visibles. Para el paciente representa una mejora en su calidad de vida ya que esta intervención tiene un menor impacto en la estética de su cuello y cabeza, además de que una vez supere la cirugía y la recuperación su cotidianidad seguirá como si no hubiera pasado nada.

“Hay estudios que demuestran que del 100 % de los pacientes operados, la mitad van a necesitar solo radioterapia; un 25 % no necesitará ni de quimioterapia ni radioterapia, con la cirugía le bastará, y otro 25 % sí requerirá de los tres tratamientos”, afirma el especialista.

¿Cómo se manifiesta el cáncer de orofaringe?

Los síntomas más comunes son la aparición de un ganglio en el cuello o de una úlcera en la parte posterior de la boca. Cuando el tumor es muy grande, se reportan afectaciones en el sistema respiratoria, con una sensación de carraspera, pero esto es más del cáncer de laringe que de orofaringe.


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