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La cirrosis hepática es una enfermedad crónica que puede llevar a varias complicaciones graves. En este artículo, exploraremos tres de las complicaciones más comunes que los médicos vigilan en pacientes con cirrosis: la encefalopatía hepática, la ascitis y las várices esofágicas y gástricas.


Con la colaboración de la doctora Elizabeth Correa Gutiérrez, médica internista y hepatóloga de la Clínica Medellín, exploramos los síntomas, tratamientos y medidas preventivas para cada una de estas condiciones (encefalopatía hepática, ascitis y várices esofágicas y gástricas). Mantente informado y aprende cómo mejorar la calidad de vida de los pacientes con cirrosis mediante una atención cuidadosa y la detección temprana de signos de alarma.
 
Encefalopatía Hepática

La doctora Elizabeth Correa Gutiérrez enfatiza en que una de las complicaciones más preocupantes de la cirrosis es la encefalopatía hepática, una condición que afecta las funciones cognitivas y motoras del paciente. Este trastorno ocurre debido a la acumulación de sustancias tóxicas en el cerebro, que el hígado dañado ya no puede procesar adecuadamente. Los síntomas pueden variar desde olvidos menores hasta alucinaciones y coma. Los signos de alarma incluyen temblores, pérdida de memoria, alucinaciones, dificultad para caminar, y cambios en el ciclo de sueño-vigilia.
 
Para tratar la encefalopatía hepática, se utilizan dos medicamentos principales: la lactulosa, un laxante que ayuda a aumentar el número de deposiciones diarias, y la rifaximina, un antibiótico que mejora el equilibrio bacteriano en el intestino. Estos medicamentos ayudan a eliminar las toxinas del cuerpo y mejorar las funciones cognitivas del paciente. Es crucial que los familiares estén atentos a los signos de alarma y lleven al paciente a urgencias si presentan síntomas graves como el coma.
 
Ascitis

Otra complicación común según nuestra experta invitada es la Ascitis, que se refiere a la acumulación de líquido en el abdomen. Esta condición puede causar una hinchazón significativa en el abdomen y las extremidades. La Ascitis ocurre debido a la desnutrición y a un desequilibrio en las sustancias producidas por el hígado y los riñones.
 
El manejo de la Ascitis incluye la administración de diuréticos como la espironolactona y la furosemida para ayudar a eliminar el exceso de líquido del cuerpo. Además, se recomienda una dieta baja en sal para reducir la retención de líquidos. “Es fundamental que los pacientes eviten los alimentos ultraprocesados y los embutidos, ya que contienen altos niveles de sodio. También deben limitar el consumo de gaseosas y snacks salados como papas fritas y rosquillas”, apunta la doctora Elizabeth.
 
De igual manera, la doctora Correa explica que el bicarbonato de sodio, presente en algunas gaseosas y snacks, contribuye a la retención de líquidos debido a su contenido de sodio. Por ello, es importante que los pacientes con Ascitis reduzcan al mínimo la ingesta de sal y aumenten el consumo de proteínas como carne, pescado, pollo, huevo y atún en cada comida para evitar la acumulación de líquido en el abdomen.
 
Várices esofágicas y gástricas

Entre tanto, la especialista de Clínica Medellín explica que las várices esofágicas y gástricas son venas dilatadas en el esófago y el estómago que pueden sangrar, una complicación seria en pacientes con cirrosis. Estas várices se diagnostican mediante una endoscopia, que permite identificar su tamaño y riesgo de sangrado. El tratamiento incluye medicamentos como el propranolol o el carvedilol, que disminuyen la frecuencia cardíaca y la presión para reducir el riesgo de sangrado.
 
En casos de várices grandes, se puede realizar una ligadura endoscópica, un procedimiento en el cual se colocan unas bandas elásticas encima de la varice para estrangular la vena y que esta no pueda sangrar. “Si el paciente presenta vómitos con sangre o deposiciones con sangre, es vital llevarlo de inmediato a urgencias para una evaluación y tratamiento adecuados. Los pacientes pueden requerir ligaduras repetidas cada 6 a 8 semanas hasta que las várices sean lo suficientemente pequeñas como para no representar un riesgo de sangrado”, puntualiza la hepatóloga.
 
En casos donde las complicaciones persisten o empeoran, se pueden considerar tratamientos adicionales como el TIPS (derivación portosistémica intrahepática transyugular), un procedimiento avanzado que reduce la presión en las venas esofágicas. Este enfoque puede servir como un puente hacia el trasplante hepático en pacientes más jóvenes o aquellos con múltiples complicaciones.
 
A manera de conclusión, la doctora Elizabet Correa comenta que la cirrosis es una enfermedad que requiere una vigilancia constante y un manejo cuidadoso de las complicaciones. “Al estar informados sobre los síntomas y los tratamientos disponibles, los pacientes y sus familias pueden mejorar la calidad de vida y prevenir el avance de las complicaciones”, concluye nuestra invitada.


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