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Esta es una enfermedad difícil de diagnosticar, por lo que es conveniente explicar sus características para identificarla y tratarla de forma adecuada.


Quizás al escuchar el término hipertensión, señala Mateo Mejía, cardiólogo de la Clínica Medellín, la mayoría de las personas lo asocian con la hipertensión arterial, pero la realidad es que esta enfermedad se presenta en diversas regiones del cuerpo: la cabeza, las extremidades inferiores y los pulmones. En estos, específicamente, se puede originar una hipertensión pulmonar cuando se eleva la presión y se afecta el intercambio de aire y oxígeno en los vasos sanguíneos, lo cual causa un deterioro de sus funciones y provoca asfixia.

“Toda persona que se empiece a cansar o asfixiar cuando camina, que al realizar sus actividades diarias se desmaya o que tosa sangre, puede tener hipertensión pulmonar”, comenta Mejía.

Otras señales de que esta enfermedad está presente son la asfixia al acostarse; hinchazón en tobillos y pies al despertarse en la mañana; una sensación de que se llena muy rápido al comer o la retención de líquidos.

El médico explica que hay enfermedades que se asocian con la hipertensión pulmonar, como es el caso de la trombosis venosa, que es una de las complicaciones más frecuentes con esta patología y cuyo diagnóstico es más común.

Tomarse una pastilla no siempre será lo mejor

Para prevenir la hipertensión pulmonar, el mejor camino no siempre serán los medicamentos o las pastillas. Hay hábitos cotidianos que inciden en su aparición.

Una alimentación inadecuada y el sedentarismo son la base de la pirámide y las prácticas más recomendadas para evitar el empeoramiento de la condición del paciente, y por más “píldoras mágicas” que les sean suministradas, nada cambiará.

“Esta es una enfermedad que no tiene cura, pero sí se puede controlar. El problema es que la hipertensión pulmonar, como es tan difícil de diagnosticar, los médicos podemos llegar tarde y los pacientes ya están muy sintomáticos, entonces no es posible decirles que van a volver a trotar o a hacer otro tipo de actividades, pero se pueden comenzar con la rehabilitación y las ayudas disponibles para que la situación no empeore”, afirma Mejía.

Cuidado con el manejo de las emociones

El cardiólogo de la Clínica Medellín asevera que la psicología tiene un rol preponderante en el manejo que se le dé al paciente con esta enfermedad, puesto que como afecta su calidad de vida, también impacta sus emociones.

Hay personas que frente al diagnóstico pueden ser más fuertes y resilientes, pero otras que quizás no lo asumen del mismo modo y piensen que su condición es catastrófica y terminal, por tanto, en el tratamiento clínico es importante la interdisciplinariedad, con presencia de especialidades en salud mental que ayuden a hacerles entender lo que viene en su tratamiento.

Esto dependerá, asevera Mejía, de la condición del paciente. En posición están muchas variables que definen la orientación del abordaje de su enfermedad y el especialista que se encargará de esto: puede ser el cardiólogo, si hay una función del corazón que está deteriorada, o el neumólogo en caso de que sea en los pulmones, o el reumatólogo cuando se afectan los tejidos conectivos o del colágeno.

Todo eso impacta en su manejo, porque es probable que se requiera de una cirugía, un cateterismo o unas terapias.

“Hoy ya tenemos más estrategias farmacológicas para ofrecerles al paciente. Antes cuando se diagnosticaba la hipertensión pulmonar el mensaje era muy crudo: se va a morir, tiene que renunciar a su trabajo y reorganizar su vida, pero cada vez se vienen apuntando más terapias y tratamientos que pueden mejorar su calidad de vida”, cierra Mejía.


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