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Las terapias asistidas con animales -los más comunes son los perros, pero también se han hecho con gatos, ratas, caballos, entre otros- tienen el objetivo de promover la mejoría de un grupo determinado de personas con condiciones variadas según cuestiones demográficas, sociales, comportamentales o de salud, como es el caso de los pacientes con alguna enfermedad oncológica.

Maribel Vila, de la Fundación Affinity, entidad partner de Fundación Instintos que tiene su sede en España y que además es experta en estas terapias, explica que hay cuatro áreas en las cuales se enfocan en el trabajo con los animales: las funciones físicas, los aspectos emocionales y cognitivos y la parte relacional de las personas.

Por lo general las terapias se enfocan en uno de estos aspectos, pero en ocasiones se abordan los cuatro a la vez, dice Vila.

En la labor participa todo un equipo de profesionales de distintas disciplinas, además del perro entrenado para esta tarea, y su ámbito de aplicación se extiende a grupos geriátricos, pacientes de salud mental o que tienen necesidades de educación especial, atenciones de estrés postraumático, refugiados, enfermos terminales, jóvenes en situación de riesgo psicosocial, presos, centros de menores, mujeres víctimas de violencia de género, trastornos alimenticios, duelo, entre muchos otros.


Las mejoras en el estado del paciente

Maribel Vila enumera los beneficios que las terapias asistidas con perros tienen en los pacientes:

1. En la parte fisiológica, está demostrado científicamente que el trabajo con los animales hace que se activen hormonas como la oxitocina, que está relacionada con el placer, lo cual hace que la persona se sienta mejor.
2. Se aumentan las endorfinas, generando mayor bienestar.
3. Se reduce el cortisol, un factor clave para combatir el estrés.
4. Se mejora el ritmo cardiaco y se baja la tensión.
5. En la parte emocional, el paciente encontrará en el animal a un ser que no lo juzga, que lo acepta como es sin importar su condición.
6. En lo relacional, el momento que se disfruta con el perro es ideal para que el paciente respire un poco, se relaje, que, a pesar de las situaciones difíciles, hay un aquí y un ahora para detenerse y disfrutar.
7. Mentalmente la terapia es estimulante, motiva al paciente a conseguir los objetivos que le marcan los profesionales de la salud.

Es importante, resalta Vila, que, para cumplir con estos objetivos, el perro mantenga un carácter estable y equilibrado, ya que en ocasiones el entorno en el que se desenvuelven es cambiante y complicado, además de que deben interactuar con la imprevisibilidad de los pacientes, sobre todo en aquellos con condiciones especiales según su estado de salud o comportamental.

“Tenemos que garantizar que el perro no responderá de forma negativa a esos estímulos. Para eso en el entrenamiento nos aseguramos de que él no tenga ninguna traza de agresividad. Por ejemplo, hay niños autistas que a veces los pueden pisar o tirar de las orejas, y un perro cualquiera, sin entrenamiento, podría quejarse o morderlos, pero los de terapia no lo van a hacer”, comenta la directora de la Fundación Affinity.


La introducción del perro en el ambiente clínico

Hasta hace algunos años era impensado que un perro entrara a un ambiente clínico, ya que existía el mito de que podrían transmitirles enfermedades a los pacientes.

Esa barrera, hoy, se ha ido derribando, gracias a las investigaciones que han demostrado los beneficios, en vez de los inconvenientes.

Esa información ha demostrado que los animales bien controlados, sanos, desparasitados, limpios y bañados, no tienen por qué portar enfermedades.

“Es más, son las personas que, mediante los zapatos, los estornudos, al no lavarse las manos, transmiten las enfermedades”, concluye Vila.


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